HUMANOS 

El pasado mes de Junio una avalancha de migrantes subsaharianos llegaron a Melilla intentando entrar en Europa, paraíso soñado por ellos desde hacía mucho tiempo. La valla cedió, las policías golpearon con violencia a los migrantes y hubo –oficialmente- 23 muertos, si bien algunas fuentes dicen que se llegaría a una cincuentena. 

Parece que las policías –marroquí y española- se vieron superadas y el caos que se produjo tuvo esas consecuencias tan horrendas. 

Un grupo de inmigrantes subsaharianos intentan saltar la valla de Melilla. (Foto: Getty)

A partir de ese momento, las acusaciones políticas volaron en una y otra dirección. Se solicitó la dimisión del ministro del interior de España, otros acusaban directamente a Marruecos, algunos decían que no había que confundir la dedicación de las fuerzas del orden con la ineptitud de algunos políticos…descalificaciones, insultos, acusaciones, reivindicaciones populistas…todo un cúmulo de diatribas han ocupado los medios de comunicación. 

Y ahí están las imágenes; seres humanos golpeados, arrastrados, amontonados, muertos y vivos, ante la mirada de los guardias, gemidos, gritos de dolor y angustia…seres humanos. 

Cada uno de esos hombres hacinados es un ser humano, una persona, con sus aspiraciones, sus sufrimientos, sus seres amados, su familia. Más de 5.600 migrantes han muerto desde 2021 en su intento de llegar a Europa. El Mediterráneo se ha convertido así en una inmensa tumba para muchos desheredados. 

Esas imágenes no pueden dejarnos indiferentes. Es Dios mismo el que está siendo apaleado, arrastrado y asesinado. Durante estos días vamos a celebrar la Encarnación del Hijo de Dios, un hijo que más tarde fue crucificado por los poderes del momento ante la indiferencia de muchos. 

Celebrar la Encarnación es descubrir que en cada migrante que buscar vivir con dignidad y es víctima de tanto sufrimiento se esconde el latido de un Dios que, lejos de permanecer en un Cielo alejado, se ha hecho uno de los nuestros y se manifiesta en la fragilidad de Belén, porque no hay sitio en la posada o en la valla de Melilla porque no tiene sitio en Europa. 

Josan Montull 

CARTA A DIOS ANTE EL AÑO NUEVO

Querido Señor Dios:

Espero que al recibo de ésta estés bien. Yo, bien, gracias a Ti. Tengo ante mí el calendario del año que concluye y el del año que comienza. Antes de terminar este 2017, te escribo estas líneas para darte las gracias por todo lo vivido.

Es cierto que en el año que agoniza hemos visto de todo. Probablemente no hayamos tenido muchos motivos para el optimismo; las divisiones políticas, las rencillas, la manipulación de los jóvenes, la violencia contra las mujeres, los enfrentamientos, la pobreza, las guerras…han ensombrecido el mundo maravilloso que has diseñado para nosotros. Pero también quiero decirte  que los años, que no pasan en balde, me animan a descubrirte diariamente en las cosas más sencillas de nuestra vida.

Cuando despierto, por ejemplo, intento tenerte presente y agradecerte el nuevo día…pero sobre todo en los días de invierno, el sueño es tan profundo que tardo una media hora, más o menos, en tomar conciencia de que estoy despierto. Entonces sí que oirás mi voz (no muy clara a esa hora) que te da las gracias por el amanecer,  por la lluvia, por el frío…y hasta por el sueño.

Como te decía, he aprendido a irte descubriendo en las cosas del vivir cotidiano y así te vislumbro en la fe de las personas mayores, en los ojos de los críos, en las lágrimas de los enfermos, en los que –desde otras confesiones religiosas- te llaman con otros nombres. También te descubro diariamente en la sincera búsqueda de los ateos y los que no te conocen. Te intuyo en la gente generosa que se desvive por los demás, en los profesionales que realizan su trabajo con esmero, en las familias… en la gente, vaya.

Es verdad, Padre, que la naturaleza habla de Ti, pero está tan manida por los deportes de aventura, el esquí, la vela y estas cosas, que tu presencia se me hace más diáfana y transparente en la historia de los hombres y mujeres. Me emociona ver las ganas de vivir que tienen las personas; me parece precioso que la gente sencilla, arrastrando a veces tantos problemas, se lave, se peine, se arregle antes de salir de casa para mostrarse ante los demás de la forma más agradable y presentable posible. Creo que el primer signo matutino de tu presencia es que la gente salga a la calle arreglada, manifestando así respeto hacia sí mismos y los demás y ganas de hacer la vida más grata para todos.

Te descubro en la baraja de los sencillos, en la música, en el teatro y el arte, en el buen vino compartido, en el dolor de la familia que pierde al ser querido, en la ternura del abuelo, en la voz del amigo preso, en las fantasías del que se siente solo, en el maravilloso mundo de la educación, en los amigos, en los hermanos.

También te he descubierto, y qué bien los sabes, en el cine. La pantalla me ha ayudado a lo largo de mi vida a conocerte a través de las historias, las pasiones y las aventuras de tantos seres humanos que se trascienden a sí mismos. Los clásicos me han hablado de ti: Ford, Hawks, Kazan,  Preminguer, Bergman, Wilder, Kubrick, Visconti, Fellini, De Sica Hitchcock han sido lámparas que iluminaban mi mundo en la oscuridad de las salas; también los actuales: Scott, Spielberg, Eastwood, Mann, Coppola, Allen, y tantos otros me han emocionado y divertido y ya forman parte de mi historia; también los nuestros Aranda, Garci, Camus, Almodóvar, Saura, Buñuel, Cuerda, Amenábar, Bollaín, Villaronga, Bayona y estos directores cercanos que nos presentan la grandiosa fragilidad del ser humano en la magia del séptimo arte.

Como salesiano, te descubro en los adolescentes y jóvenes, que andan comiéndose tanto la cabeza, peinándose con elegancia, con pantalones de pitillo y adicionados al móvil,  intentando impresionar, intentando descubrirse, afirmarse, aceptarse y quererse en un mundo en el que el futuro está rodeado de buitres que intentan saquearles su juventud. Aunque me cuesta adaptarme a las exigencias de las cambiantes administraciones educativas, no me cuesta nada descubrirte entre los jóvenes en el mundo de la educación.

Te intuyo en los inmigrantes, en aquellos hijos tuyos que, víctimas de un reparto injusto de la riqueza, han tenido que dejarlo todo para buscar un futuro más digno. Te descubro en los refugiados, en aquellas personas a las que nadie mira y llegan huyendo del horror que hemos creado nosotros mismos. En sus ojos veo los ojos de tu Hijo…en su Historia veo la historia del pequeño Jesús, huyendo de los poderes de su tiempo y siendo extranjero en Egipto. En su muerte veo la cruz.

También, Padre, te descubro en personas que, desde plataformas muy distintas se empeñan en construir un mundo más humano: obreros, voluntarios,  educadores, médicos, periodistas, curas, músicos…te intuyo en los maestros, en los padres y madres, en los abuelos, en todos aquellos que ayudan a hacer crecer la vida.

Y, naturalmente, te encuentro en la Sagrada Escritura, tan vilipendiada, tan olvidada por nuestra cultura reinante y tan apasionante y necesaria.

Te descubro en mis hermanos de comunidad, a los que amo a pesar de las diferencias y con quienes creo que es posible hacer que nuestra vida sea una profecía luminosa.

Celebro tu presencia en la Eucaristía y en los sacramentos por más que los que presidamos tengamos nuestros defectos y nuestras limitaciones como cualquier hijo de vecino.

Lo cierto es que no me es nada difícil creer en Ti. Casi me atrevería a decir que la fe, en mi caso, no tiene mucho mérito. Para mí, creer es como respirar, besar, reír, llorar…vivir.

Por eso en esta carta, antes de empezar el año nuevo, quiero darte las gracias por todas las personas que me han ayudado y me ayudan a amarte. Por mis padres y por tantas personas buenas que me han enseñado a ver el mundo desde el agradecimiento y el compromiso. De una manera especial, te doy las gracias por toda la gente que ha alimentado mi fe a lo largo del año que concluye.

Haz, Padre, a que en el año que ahora empieza sepa ser coherente con mi fe y con lo que escribo; ayúdame a que mis torpes letras se conviertan en testimonio de tu Hijo y clamor rabioso contra la injusticia que permite que a tantos hijos tuyos les arrebaten la dignidad. Ayúdame a esforzarme  para ser testigo de esperanza, de esfuerzo compartido por un futuro más humano y, por tanto, más Tuyo. Hazme coherente con lo que soy.

Espero volver a escribirte pronto. Tus noticias me llegan, como te he dicho, cada día.

Recibe un fuerte abrazo de tu hijo.

Josan Montull

La llamada

Las lentejuelas de Dios: LA LLAMADA

Año: 2017

País: España

Dirección: Javier Ambrossi, Javier Calvo

Intérpretes: Macarena García,

Belén Cuesta,

Anna Castillo, Secun de la Rosa,

María Isabel Díaz, Gracia Olayo,

Richard Collins-Moore, Esti Quesada

Argumento: Javier Ambrossi (musical),

Javier Calvo (musical)

Guión: Javier Ambrossi, Javier Calvo

Música: Leiva

Fotografía: Migue Amoedo

Distribuye en cine: DeAPlaneta

Protagonistas y directores

 

Hace cuatro años los jóvenes creativos Javier Calvo y Javier Ambrossi (cariñosamente llamados los Javis), estrenaban en el vestíbulo del teatro Lara “LA LLAMADA”, una comedia musical escrita y dirigida por ellos.

El espectáculo, que tenía vocación de ser una obra modesta y sencilla, pronto tuvo un éxito extraordinario hasta el punto que tuvo que representarse en el escenario principal del Lara y se convertía en un fenómeno mediático que se ha representado también fuera de España.

Nos llega ahora la película, dirigida y protagonizada por los mismos autores y actores del espectáculo teatral.

María (Macarena García) y Susana (Anna Castillo) son dos adolescentes de 17 años que pasan su verano en el Campamento cristiano “La brújula” al que van desde pequeñas. De carácter indómito y con una vocación musical transgresora, se escapan del Campamento para ir a un concierto y son castigadas a quedarse el fin de semana en el Campamento vigiladas estrechamente por la inocente hermana Milagros (Belén Cuesta) y la nueva superiora,  Sor Bernarda (Gracia Olayo), que ha llegado para imponer el orden. Pero todo cambia el día en que el mismísimo Dios se le aparece a María.

Tan descabellado argumento bien podría presentarse como un film irreverente, cutre y destinado al escándalo. Lejos de eso, los Javis presentan un film fresco, divertido, alocado y simpático que lleva a la risa desde sus primeros minutos. El film es, ante todo, respetuoso con todo lo religioso y nos descubre que las monjas, las chicas rebeldes, la cocinera sedienta de amor y todos los seres humanos tenemos mucho en común.

La aparición de Dios (Richard Collins-Moore) es sorprendente. Ataviado con traje de lentejuelas, baja de una escalinata celestial cantando canciones de Whitney Houston. Es un Dios que canta, que se ríe de oraciones que no salen del corazón, que no juzga…y que llama.

Pero lo más sorprendente es que ante esta llamada que Dios hace a una persona, las demás se sienten interpeladas, no juzgan y se esfuerzan por comprender. A medida que se acercan a ese Misterio irán también cambiado ellas mismas para ser más sinceras y mejores.

La amistad, la homosexualidad, la fe, la necesidad de amor, la posibilidad de cambiar, la aceptación del otro y otros temas serios son tratados con un desenfado y una alegría inteligente.

Los números musicales, compuestos por Leiva, están muy bien dosificados y resueltos. El guion es chispeante, ágil y con unos diálogos divertidísimos.

Pero si algo es sobresaliente en el film es la interpretación de las cuatro protagonistas que se dejan la vida en el papel. Están en estado de gracia interpretativa y literalmente “se salen”. Qué capacidad para hacer reír, qué dominio del gesto, de la contención y de la estridencia; qué forma tan hermosa y vital de mostrar la vulnerabilidad de personas llamadas a cambiar y a sincerarse consigo mismas. Un absoluto derroche de talento.

“La llamada” no es una película profunda, ni mucho menos, religiosa, pero cómo se agradece la presentación de unas monjas humanas y buena gente, que maravilla que el trasfondo religioso que podamos encontrar esté tratado con respeto y simpatía.

“La llamada” es una comedia musical estupenda, un canto a la alegría, el desenfado y la amistad…una llamada, en definitiva, a ser mejores personas.

JOSAN MONTULL

 

Publicado en el Diario del Altoaragón el día 5 de Noviembre de 2017

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