EL ESPEJO DE NUESTRAS MISERIAS

EL ESPEJO DE NUESTRAS MISERIAS

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Las imágenes de una menor dando una brutal paliza a una compañera en Sabadell han sacudido a la opinión pública. Cada vez que nos llegan estas imágenes (y últimamente, ocurre con cierta frecuencia) nos sentimos agredidos en la inteligencia y tenemos la sensación de que algo está yendo mal. No lo podemos comprender; estamos en esta sociedad del bienestar, del progreso y de las libertades y esas actuaciones nos descolocan, nos parecen más propias de otras partes del mundo; acostumbrados como estamos a razonarlo todo, esos hechos superan cualquier tipo de raciocinio y no sabemos cómo interpretarlas.

Como en otras ocasiones, no sólo sorprende la violencia de la agresión, sino la tranquilidad con la que ésta se graba y el aviso a la violenta de que vaya parando porque hay gente cerca; mientras, la agresora lanza con calma una lluvia de golpes y patadas a la víctima que solloza en el suelo.

Hay también algo que llama la atención, la inmediata difusión en las redes sociales de las imágenes y la asunción y justificación de la autoría por parte de la agresora en su página de facebook. Allí, la chica comenta que le ha pegado porque tiene motivos, justifica su acción y no manifiesta el más mínimo arrepentimiento. Algunos compañeros de las chicas, cuando han sido entrevistados, no se escandalizan de la agresión y ven en esa paliza una consecuencia normal de las diferencias entre las dos compañeras, asumiendo una lógica perversa en la que la violencia, incluso la difundida, es una forma de solucionar problemas.

Ya sé que esto no es lo normal y que la mayoría de los adolescentes no hacen estas cosas, pero lo cierto es que la violencia entre chavales ha aumentado, los casos de acoso y ciberbullyng son frecuentes y las peleas entre jóvenes suelen ser grabadas y difundidas en cuanto hay ocasión.

Y cuando uno ve todas estas cosas se llena de preguntas: ¿cómo es posible que la violencia se justifique entre los menores?, ¿cómo puede alguien alardear de actos tan mezquinos?, ¿cómo se puede presenciar una pelea sin intentar pararla y proteger a los que tensan enzarzados y son conocidos?, ¿dónde queda el sentimiento de piedad, de compasión y pena en algunos chavales?

Yo creo que la agresión en sí, la de Sabadell y la de tantos otros sitios, es un reflejo terrible de nuestras miserias y cobardías. Sí, entre todos hemos hecho una sociedad permisiva hasta las trancas con los jóvenes; hay tanta súper protección, tanto mimo, tanta blandenguería que la Escuela, por ejemplo, no les puede suspender para que no se depriman; hoy se puede faltar al respeto sin contemplaciones a cualquier adulto sin que nada ocurra porque se amparan en una impunidad real. Muchos padres han tirado la toalla de la educación de sus hijos y les defienden a toda costa, incluso desprestigiando a sus maestros. Muchos educadores tienen que aguantar lo inaguantable y cualquier tipo de sanción para un menor (no “contra” un menor) supone un auténtico viacrucis de documentos y expedientes.

Hemos hecho, por otra parte, una auténtica quema de valores, tradicionales y modernos. Hay un pudor infame para que a los jóvenes se les pueda educar en la solidaridad, la trascendencia, el amor, la libertad, por no hablar de la espiritualidad. Cuando se trata de educar en valores decimos que es un asunto de las familias, que las instituciones educativas no pueden entrar, que pertenecen al ámbito de la intimidad. La falta de referentes morales en nuestra sociedad es también una característica; políticos, sindicalistas, artistas, deportistas y otros famosos han ido robando descaradamente con la impunidad que da el saber que se tiene la sartén por el mango. Artistas que se separan una y otra vez, religiosos con conductas vergonzantes, policías violentos, pseudofamosos insultándose en los programas del corazón, mujeres ligeras de ropa reivindicando sus convicciones en espacios sagrados, políticos deseando “que se jodan” a los parados…Es tanto lo que ven los chavales que se va conformando en muchos una situación de sálvese quien pueda.

Hay, por otra parte, un permanente problema con la educación en nuestro país. La Escuela se ha convertido desde hace años en un problema político, no educativo. Es sonrojante que cada grupo político que llega al parlamento cambie la Ley de Educación, es una pena que sigamos con la vieja polémica escuela pública versus escuela concertada, es vergonzoso que a estas alturas no hayamos podido conseguir un pacto por la Educación.

Es verdad que hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece. Es cierto que la mayoría de los chavales son personas extraordinarias y los más de los educadores son profesionales como la copa de un pino que luchan a contracorriente por la educación de nuestros jóvenes, pero también es cierto que la paliza brutal de Sabadell es el espejo de nuestras miserias, de nuestras contradicciones y nuestras cobardías. Todos tenemos algo de culpa. Y algo habrá que hacer en este país nuestro para dejarnos de milongas y afrontar el tema de la educación y de los valores éticos con seriedad, lejos de partidismos y arbitrariedades. Y esto lo tendremos que hacer todos juntos: las familias, los educadores, las fuerzas del orden, los jueces y los políticos. Es urgente cerrar filas junto nuestros jóvenes. Ellos merecen lo mejor de nosotros mismos.

No tengamos miedo. Miremos nuestro reflejo en el espejo de la agresión de Sabadell. Miremos bien, veremos que las dos chicas, agredida y agresora, son víctimas de una sociedad que ha arrinconado el amor. Miremos despacio esas imágenes. Es como si nosotros mismos las estuviéramos grabando.

JOSAN MONTULL

Imágenes del telediario de hoy 17-05-17 …. #NOALBULLYING          UNA PENA, QUE QUIEREN QUE LES DIGA…

Un vídeo destapa un presunto caso de ‘bullying’ en Tenerife: «Codazo, dándolo todo. Ahí, reviéntala»En las imágenes aparece un grupo de jóvenes que espera a la víctima a la salida del instituto para agredirla y grabarlo en vídeo. La familia de la menor de 13 años, que ha sufrido múltiples contusiones y un cuadro de ansiedad, denunció en varias ocasiones que su hija estaba siendo víctima de acoso escolar.

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