UN SEISMO DE DESCONCIERTOS

Nunca ha sido fácil interpretar la Historia. Sus vaivenes son tan extraños y contradictorios que resulta incomprensible ver cómo la persona tropieza, no una ni dos, sino cientos de veces en la misma piedra.

Los creyentes tenemos además la lógica dificultad de entender una Historia, que es canalla y , con frecuencia, tremendamente injusta con los más pobres. ¿Qué pinta Dios creador en un Mundo tan convulso?

Estos días hemos vivido el horror de un terremoto que ha dejado miles y miles de muertos, heridos y personas sin hogar. Centenares de edificios se desplomaron en Turquía en plena noche cuando todo el mundo estaba en sus casas. Su país vecino, Siria, sufrió también la embestida de la tierra que destrozó más un país ya de por sí destrozado por una cruenta guerra civil que lleva casi 12 años. ¿Dónde está Dios, nos preguntamos los creyentes, al ver el sin sentido de un dolor globalizado y cruel?, ¿Dónde está Dios?

El estruendo de la sacudida sísmica se convirtió en toque de arrebato para que hombres y mujeres de muchas nacionalidades, credos y convicciones diferentes, acudieran a los lugares de la tragedia a montar hospitales, curar, repartir alimentos, acoger y acompañar el sufrimiento.

Voluntarios, bomberos, militares, médicos, misioneros y gente buena se afanaban por arrebatar todos juntos la vida que era engullida por la destrucción.

Personas especializadas escarbaban bajo las ruinas para intuir cualquier aliento de vida. Cuando esto ocurría, pasaban a la acción para que, con meticulosidad, se pudieran rescatar vidas que agonizaban bajo los escombros. Hemos visto a niños, adolescentes, jóvenes, ancianos ser devueltos a la vida acogidos por brazos de desconocidos que les alumbraban como parteros entre aplausos y lágrimas. Hasta bebés, incluso recién nacidos todavía con el cordón umbilical intacto, eran sacados de debajo de las ruinas.

Cada vez que una vida era rescatada de la muerte, todos aplaudían, se abrazaban y vitoreaban a Dios gritando Allahu Akbbar. Emocionados, daban gracias a Dios por la vida que se había rescatado. No importaba si aquellos hombres y mujeres eran musulmanes, cristianos, budistas o ateos; la fuerza de la vida que, con la ayuda de todos, se abría paso, era festejada en un ambiente de fraternidad universal.

Helin Oktay, rescatada con vida junto con sus familiares en Iskenderun, Turquía, el 10 de febrero de 2023. REUTERS/YAGIZ KARAHAN

A la vez que estos acontecimientos se desarrollaban en Grecia y Turquía, en nuestro Parlamento se aprobaba una ley de bienestar animal que busca dotar a los animales de un estatus de dignidad hasta ahora no tenido en cuenta. Esos mismos días, a su vez, el Tribunal Constitucional daba alas a una ley del aborto que permite acabar con la vida del feto si éste tiene menos de 21 semanas y si la mujer embarazada tiene más de 16 años.

Sin entrar a juzgar, allá cada cual, resultaba paradójico que, mientras unos compatriotas nuestros se jugaran el tipo en Siria y Turquía por rescatar la vida, nuestros gobernantes legislaran favoreciendo el aborto. También llamaba la atención ese cuidado y mimo legal por la vida de los animales y esa banalización de la vida humana al albur de decisiones extrañas a la vida del feto.

El corazón del ser humano es así de complejo y misterioso. En la ayuda a los países damnificados por el terremoto, por ejemplo, entre las primeras naciones que manifestaron su solidaridad económica fueron Rusia y Ucrania, que gastaban dinero para apostar por la vida mientras sus presupuestos gastan millones ingentes para la compra de armas que siembran la muerte.

Como digo, no pretendo juzgar. Simplemente manifiesto mi perplejidad por la coincidencia de todas estas situaciones. Parece que vivimos inmersos en un mar de contradicciones.

Hay algo que sí tengo claro. Intuyo dónde está Dios en esta tragedia. Dios está bajo los escombros, entre las víctimas, no en vano creemos en un Dios crucificado que ha asumido las cruces de todos los seres humanos. Dios está también en la generosidad de todas las personas que han ido a arrancar la vida de los brazos de la muerte para salvar a los enterrados. Incluso Dios está en el sentimiento de esos perros adiestrados capaces de olisquear la vida cuando todo huele a muerte.

Salvar juntos la vida, trabajar juntos por la resurrección frente a la muerte; es ahí donde hombres y mujeres de todas las ideologías y creencias podremos encontrarnos. Y es que cada vida humana es un Templo donde late el corazón de Dios y ante el cual tenemos que postrarnos y adorar con un respeto reverencial.

JOSAN MONTULL

En los márgenes

Radiografía de la injusticia: EN LOS MÁRGENES

Dirección: Juan Diego Botto. (España 2022)

Música: Eduardo Cruz.

Fotografía: Arnau Valls.

Intérpretes. Penélope Cruz, Luis Tosar, Adelfa Calvo, Christian Checa, Aixa Villagrán, Juan Diego Botto

Además de una poderosa industria del entretenimiento, el cine tiene la capacidad de emocionar, provocar, denunciar y remover conciencias. Esto es lo que ocurre en la opera prima como director de Juan Diego Botto. “En los márgenes” narra la cuenta atrás de varios personajes, con historias entrelazadas, que tratan de mantenerse a flote y sobrevivir a 24 horas claves que pueden cambiar el curso de sus vidas.

En la pantalla transitan mujeres, madres, que luchan diariamente por sacar adelante sus vidas y las de los suyos: Una madre árabe a la que los servicios sociales quieren arrebatarle a su hija, otra madre coraje que va a ser desahuciada de su casa, una tercera madre anciana que lleva tiempo sin ver a su hijo, avergonzado porque sus padres le avalaron y él lo perdió todo. También aparece un abogado volcado en la búsqueda de soluciones para las víctimas de un capitalismo salvaje que se va viendo engullido por la vorágine contra la que lucha.

Y todo ocurre con un vértigo extraordinario, sin tiempo de reflexionar y sin posibilidad de saborear la vida.

El nobel director dota de una excelente verosimilitud a todo el film, rodado en su casi totalidad con cámara en mano. La película explora el efecto que una situación de estrés económico tiene sobre las relaciones personales. El deambular de esos martirizados pobres entre la policía, los amigos, los servicios sociales, las colas del hambre y los abogados vocacionados llega a transmitir la angustia y el desasosiego que viven esos hombres y mujeres abocados a la pobreza y la marginación.

Los desahucios son el tema de fondo que va marcando toda la narración, pero no son sólo desahucio inmobiliarios; hay desahucios emocionales, como el del abogado empeñado en arreglar las situaciones de los demás e icapaz de sostener una relación, como el del adolescente en busca de un padre (que no padrastro) y que va tomando conciencia en el paseo entre las víctimas, como el del trabajador argentino (excelente Juan Diego Botto), capaz de dar consejos familiares a un compañero de trabajo e incapaz de acompañar maduramente a su compañera; como el de la anciana a la que los bancos esquilmaron y come diariamente sola frente a las fotos de su marido difunto y de su hijo desaparecido. Este caos de tensión rompe las relaciones personales y condena a la soledad a las víctimas. Sólo las organizaciones sociales y vecinales son capaces de aportar pequeñas briznas de esperanza desde la solidaridad y la lucha.

Con una Penélope Cruz y un Luis Tosar absolutamente geniales, “En los márgenes” se convierte en una película tan dura como imprescindible. Y es que cada año son varios cientos de miles de desahucios los que se producen en nuestro país. Por eso esta incómoda y estupenda película asusta por la realidad que transmite y provoca incomodad en el espectador que, inmerso en los márgenes de la sociedad, ya no puede mirar hacia otro lado.

Excelente debut del actor metido a director. Provocador mensaje. Necesaria. Imprescindible.

JOSAN MONTULL

LA PARÁBOLA DEL BUEN VOLUNTARIO 

Todos la conocemos muy bien. Su historia la tenemos grabada en la memoria y en cuanto escuchamos las primeras frases, ya sabemos cuál va a ser la narración.  

Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó…”. Ya está, no necesitamos más, es la parábola del buen samaritano. La historia, narrada maravillosamente por Jesús, cuenta que un hombre que bajaba de Jerusalén es atacado y abandonado en el camino, dado por muerto. En esta situación agónica, por fin pasa un hombre, era un piadoso sacerdote, luego pasa un levita muy devoto y, viéndolo, se apartan y continúan su camino dejando al hombre muriéndose. Ambos seguían la prescripción legal de no tocar cadáveres para que no quedar impuros ante Dios. Finalmente pasa por allí un samaritano del que no se puede esperar nada bueno porque era de otra raza, cultura y religión, de un pueblo enfrentado con sus vecinos. Sorprendentemente el extranjero atiende al malherido con un cuidado exquisito y, con una naturalidad excelente, le salva la vida.  

Es muy probable que, en el imaginario de los oyentes de la parábola, estuviera la convicción de que tanto la víctima como los dos devotos caminantes que la evitan, bajaran del Templo, el lugar de encuentro con Dios. De lo que no cabía duda era que el samaritano no bajaba del Templo. Ellos tenían otras tradiciones religiosas e, incluso, otro Templo.  

A partir de la aparición de este personaje extranjero, los verbos que se utilizan son profundamente significativos.  

  • El samaritano vio al malherido 
  • Se compadeció de él. 
  • Se acercó
  • Le curó
  • Lo montó en su cabalgadura. 
  • Lo llevó a una posada. 

Casi sin quererlo, el evangelista, al referir esta parábola de Jesús, describe las características de las personas que hacen algún tipo de voluntariado. 

La persona voluntaria es la que camina al lado de los necesitados, ve su realidad sin mirar para otro lado, experimenta un sentimiento de compasión que le lleva a pararse y a acercarse al que sufre. Luego toca su dolor, la causa de su sufrimiento, se compromete con él, hace lo que puede para aliviar su situación para posteriormente acercarlo a un centro especializado donde le puedan atender con profesionalidad. Hecho esto, el voluntario desaparece y continúa su camino con los ojos bien abiertos y el corazón dispuesto a volverse a conmover. 

Siempre me ha gustado imaginar qué hubiera ocurrido si la parábola hubiera continuado. Estoy convencido de que nuestro amigo samaritano se sentiría feliz por ser útil a un menesteroso, imagino que seguiría su camino con más alegría que cuando lo emprendió. Cuando llegara asu pueblo y contara su historia, algunos amigos no entenderían la solidaridad con un extraño y potencial enemigo, otros se crearían muchos interrogantes; sus hijos -si es que los tenía- escucharían boquiabiertos y admirados la hazaña sencilla de su padre; su esposa se sentiría más enamorada que nunca de aquel hombre bueno. Al día siguiente, y sigo imaginando, subiría al templo del monte Garizím para dar gracias a Dios por el don de la misericordia que le había llevado a atender la vida de un judío que, de no ser por él, probablemente estaría ya muerto. 

En la actualidad hay muchos samaritanos junto a nosotros; hombres y mujeres que, independientemente de sus razas, opciones políticas o credos, hacen de la solidaridad una bandera. Los hay quienes dedican su tiempo a ser monitores en Centros de Tiempo Libre, otros cuidan ancianos que están solos, otros atienden el teléfono de la esperanza, otros participan de proyectos que atienden a personas con adicciones, enfermos, indigentes, personas discapacitadas, niños y niñas, jóvenes, familias, inmigrantes y refugiados/as, reclusos/as y ex-reclusos/as, personas sin hogar… 

Incluso algunos se hacen la maleta y marchan un tiempo a países de Tercer Mundo a colaborar en lo que buenamente pueden para practicar la misericordia. 

Son los voluntarios y voluntarias, profetas cotidianos que nos enseñan el valor de la compasión y la entrega, gente buena que –lejos de sumarse al rebaño los que miran hacia otro lado- son capaces de dar y darse. Cuando acaban su servicio, siguen su camino, como el samaritano y, como el samaritano, salen más alegres, conscientes de que reciben mucho más de lo que dan. Para los no creyentes son testigos de que el amor es más importante que la religión. Para los creyentes son signos vivos de que la única religión verdadera es la que nos lleva a amar. 

JOSAN MONTULL 

Argentina 1985

La verdad, nada más que la verdad: ARGENTINA 1985

Director: Santiago Mitre (Argentina 2022)

Música: Pedro Osuna

Fotografía: Javier Juliá

Reparto: Ricardo Darín, Peter Lanzani, Alejandra Flechner, Carlos Portaluppi, Norman Briski, Héctor Díaz, Alejo García Pintos, Claudio Da Passano, Gina Mastronicola, Walter Jakob, Laura Paredes

De vez en cuando surgen películas que atenazan al espectador en la butaca, no por sus imágenes poderosas o por el vértigo de la narración, sino porque la historia que cuentan es tan conmovedora e impactante que absorben al público desde los primeros minutos.

Ta es el caso de ARGENTINA 1985. El 24 de Marzo de 1976 las fuerzas armadas dieron un golpe de Estado en Argentina, derrocando a la presidente María Estela Martínez de Perón. Desde ese momento y hasta 1982, la Junta Militar ordenó la detención, secuestro, tortura y asesinato de miles de argentinos. La situación fue dantesca y, todavía en la actualidad, se ignora cuál fue el destino de muchas personas que nunca volvieron a casa tras ser arrestados por los militares. Las madres de la Plaza de Mayo fueron la memoria incómoda y permanente que recordó a sus hijos desaparecidos.

La película cuenta la historia real de Julio Strassera, Luis Moreno Ocampo y su joven equipo jurídico que se atrevieron a acusar, contra viento y marea, a contrarreloj y bajo constante amenaza, a aquella sangrienta dictadura militar. Una batalla de David contra Goliat, con los héroes menos esperados.

El film, rodado en formato 1:33, formato televisivo del momento de la historia, comienza con las dudas que el fiscal tiene al ser propuesto para llevar la acusación contra la Junta militar. Strassera es un hombre conservador, cascarrabias, muy familiar y fiel jurista. Una vez aceptada la encomienda, empieza una búsqueda vertiginosa de pruebas y testigos. Cuando todo el engranaje está perfectamente armado, comienza el juicio. El film cambia el ritmo. Entonces son las palabras de los testigos y las argucias legales para hacer justicia lo que deja al espectador impactado por una historia real tan truculenta e inimaginable.

Es ahí cuando la película muestra la fina línea en la que se mueve en la Historia la justicia. Lo más normal hubiera sido dejar pasar todo…sólo la tenacidad de aquellos hombres de leyes consiguió poner al descubierto una realidad tan abyecta.

La película es magnífica. Los diálogos son potentísimos, la mezcla de imágenes de los actores con otras reales la época dotan al film de una verosimilitud extraordinaria. Los actores están en estado de gracia y Ricardo Darín hace uno de los mejores trabajos de su carrera.

Estamos ante un drama judicial sobrio, duro, emocionante y sincero. Pero no se trata sólo de un film sobre el juicio a la dictadura militar argentina, la película va más allá y se convierte en una denuncia de todo sistema político que oprime desde la brutalidad a las personas; por otra parte, es también un alegato en favor de los hombres y mujeres buenos y decentes que siempre han existido en la Historia y que son capaces de dotar de dignidad a los pueblos defendiendo hasta el final la verdad.

Una película, en fin, hermosa, valiente y ética. Una película necesaria e imprescindible.

JOSAN MONTULL