A CONTRACORRIENTE
“Pero…¿por qué no te lanzas a publicar un blog?” me han dicho desde hace tiempo mis amigos. “Tú escribes mucho, llegarías a más gente”. Y yo he andado resistiéndome hasta la fecha, más por pereza o ignorancia en estos mundos digitales que por ganas. “Hay que estar en las redes”… Después de tanta insitencia, he entendido que tenían razón. Así que, si lo que escribo no lo escribo para mí sino para que otros lo lean… ¿por qué no?
Por eso aquí está A CONTRACORRIENTE, con una clara vocación de “servir a Dios y a usted”. Convencido, como estoy, que la Palabra se hizo carne, creo que también se hace digital, medio en los que hoy tantos navegantes se sumergen nadando entre aguas saludables y otras pútridas siempre en actitud de búsqueda.
Este A CONTRACORRIENTE nace con la pretensión de aportar y compartir desde la sinceridad opiniones personales, sólo personales, sobre lo que voy viendo, sintiendo y experimentando en la vida de cada día; las opiniones, sólo faltaría, son discutibles y frágiles…pero son las mías.
Por otra parte ofrezco crítica cinematográfica para aquel que se siga emocionando ante las pantallas y siga creyendo en la fuerza pedagógica y humanizadora del buen cine. El cine ha sido en mi vida un maestro al que le debo mucho…me ha ayudado a entretenerme y divertirme y a reflexionar y hacerme preguntas que me han animado a ser mejor.
Ambas categorías, las opiniones y las críticas pueden ser perfectamente utilizables, reenviadas y difundidas. Os agradecería, eso sí, que citéis la fuente para que nadie pueda atribuirme lo que no he dicho o para que nadie me usurpe lo que he dicho.
Y finalmente, como declaración de principios, quiero decir que soy cristiano, que intento seguir los pasos de Jesús de Nazaret y eso me hace feliz. Cuando hoy hablar de Dios se ha convertido en un tabú, incluso para muchos creyentes, quiero manifestar mi fe en el Dios de Jesús. Me siento hijo de la comunidad cristiana y amo a la Iglesia apasionadamente. Considero que es injusto que se pretenda alinear la fe con lo más rancio y con las posturas ideológicas más conservadoras. También me parece tremendo que se quiera relegar lo religioso al ámbito de lo privado. Lo personal, lo privado, es la fe, no la Religión. Por eso no quiero seguir la disciplina hueca de quienes, mancillando o menospreciando lo religioso, han convertido el fútbol o el dinero en una nueva religión en la que se diviniza a los ricos, se canoniza a los ídolos y se prometen glorias tan efímeras como vacías.
Ya ves, amigo o amiga, porque esta página lleva este título, no es casualidad.
Adelante, pasa a esta barca, mira a proa, levanta las velas, y con estos aparejos, siéntete bienvenido a esta navegación a contracorriente.
JOSAN MONTULL