EL BALCÓN DE LAS LÁGRIMAS

Hay en el Vaticano una pequeña estancia, junto a la capilla sixtina, a la que se conoce con el nombre de “sala de las lágrimas”. Es un lugar humilde, silencioso y austero en el que el nuevo papa, inmediatamente después de ser elegido y antes de salir al balcón del Vaticano ante los cientos de miles de personas que le esperan en la plaza y de millones de hombres y mujeres de todo el mundo que están frente al televisor aguardando su salida, se refugia silencioso y se viste con sus nuevos atuendos papales, rezando y concentrándose, casi sin tiempo, para asumir la responsabilidad enorme que la Iglesia le encomienda. Ahora, una vez concluido el cónclave y antes de sumergirse en una marea de personas, el nuevo papa está solo, completamente solo, paladeando una soledad que pronto se romperá. A esa habitación se le llama la “sala de las lágrimas” porque, según se dice, han sido muchos los pontífices que han llorado en la soledad de esa estancia, abrumados por la transformación espiritual que van a tener que experimentar, sobrepasados por la carga que, desde la fe, acaban de aceptar.

Sala de las lágrimas (anexa a la capilla sixtina)

Cuando Robert Prevost salió al balcón del vaticano, ya siendo León XIV, se emocionó. En varias ocasiones tuvo que tragar saliva y contener sus lágrimas porque estaba ciertamente conmovido, con los ojos vidriosos, no por tristeza, sino por una profunda emoción. No sé si lloró en la sala de las lágrimas, pero sí que las derramó en el balcón.

Sus primeras palabras fueron: “Hermanos, hermanas, que la paz esté con vosotros”. Luego habló de la centralidad de Jesús y añadió: Ayúdennos y ayúdense unos a otros a construir puentes con el diálogo, con los encuentros, uniéndonos a todos para ser un solo pueblo siempre en nuestra vida … el mal nunca prevalecerá.

Decía esto cuando India y Pakistán habían empezado una escalada bélica preocupante, cuando la guerra de Ucrania veía lejos su final, cuando en Gaza seguía un genocidio brutal, cuando en su país, EE.UU. se ha desatado una persecución inmisericorde y canalla contra los inmigrantes… cuando el Mundo, en fin, está necesitado de tanta paz.

El papa Francisco ya había hablado hace años de la necesidad de una Iglesia que llora, porque es madre. En las lágrimas de emoción de León XIV se podía encontrar el reflejo de las lágrimas amargas de tantos crucificados que en nuestra historia son víctimas de la violencia.

El evangelio nos dice que Jesús derramó lágrimas en momentos de su vida. Qué hermoso es que nuestro papa se emocione cuando se presenta al mundo hablando de paz. Es una emoción que sabe a Evangelio, una emoción trasmitida desde el balcón más observado del mundo…el balcón de las lágrimas.

JOSAN MONTULL

VALORES Y TESTIGOS

Con frecuencia hablamos de valores. Son aquellas convicciones personales que orientan la vida de cara a lo que cada persona quiere ser (la ética, la dignidad, la empatía, el respeto, la responsabilidad, la honradez, la familia, la modestia, la amistad, la lealtad, la tolerancia… son ejemplos de buenos valores).

No hay educación que se precie si no educa en valores. Claro que estos sólo se transmiten con el ejemplo y el testimonio. Un docente, por ejemplo, no puede educar para la paz, por más que hable de ella, si utiliza un lenguaje agresivo, virulento, amenazante o humillante.

Por otra parte, los valores no son puramente innatos, se tienen que trabajar para conquistarlos. Si la amistad es un valor, ser fiel a los amigos -por más que haya dificultades- será un empeño por el que habrá que luchar y esforzarse.

Los jóvenes, tan ávidos de valores, no necesitan para su educación grandes profesionales sin más, necesitan testigos, personas referentes que encarnen con su vida aquel tipo de ser humano al que merece la pena parecerse.

Incluso sabemos que los valores van más allá de quien los vive. Una persona cuya vida sea significativa por la coherencia con sus valores, por ejemplo, puede seguir siendo referente, incluso después de su muerte. Por eso podemos decir que los valores transcienden a la propia vida.

La Historia nos ha regalado personas cercanas (nuestra familia, educadores, religiosos y religiosas…y gente a la que hemos conocido) que han modelado nuestras vidas. También otros hombres y mujeres más famosos como deportistas, pacifistas, artistas, voluntarios… han dejado con sus vidas una estela de bondad y compromiso que nos han influenciado.

Veo ahora con preocupación las prácticas habituales de muchos de nuestros políticos. Su lenguaje se ha vuelto humillante y mal educado. Se busca el insulto, la descalificación, la burla, el escarnio del que piensa distinto. Los que, por su profesión, deberían enseñar el valor de la democracia, se han convertido, con excesiva frecuencia, en paladines de la agresividad y el odio.

¿Qué valores están transmitiendo con sus acciones? ¿En qué tipo de persona creen? ¿De qué pueden ser referentes para las nuevas generaciones?

Verlos y oírlos sonroja y hasta avergüenza. No sé si tienen conciencia de que están transmitiendo unos contravalores espantosos, mientras cobran por esgrimir su mala educación.

Qué pena. Me recuerda a aquellos de lo que habla Jesús en el Evangelio, esos tipos capaces de ver la mota de polvo en el ojo del prójimo antes que notar la viga que llevan en el suyo.

¿Qué ejemplo están dando? ¿Qué valores están transmitiendo?

Muchos de ellos, no hay duda, son los nuevos fariseos.

JOSAN MONTULL

GAZA

La situación que está viviendo Oriente Medio desde el 7 de Octubre se ha convertido en dantesca. Ese día los judíos estaban celebrando la tradicional fiesta de Sucot cuando grupos de milicianos de Hamás entraron en Israel provocando una masacre espantosa, festejando la muerte, asesinando a hombres, mujeres y niños mientras se llevaban hacia el interior de la franja de Gaza a más de 200 inocentes que se iban a convertir en rehenes para hipotéticas negociaciones.

Entre 1200 y 1400 judíos fueron asesinados ese día de forma provocativa y miserable.

La respuesta de Israel fue iniciar una guerra brutal contra Hamás que iba a convertir la franja de Gaza en un terreno bombardeado sin escrúpulo provocando la muerte de miles de inocentes que, aterrados, buscaban infructuosamente salvar sus vidas.

La comunidad internacional no ha podido mirar para otro lado y ha puesto sus ojos en las imágenes aterradoras que ofrecen los medios de comunicación.

Intereses económicos y geoestratégicos parece que sobrevuelan en esa zona de la Tierra donde el odio parece algo habitual para sentir la propia identidad.

En una tierra en la que hace 2000 años el mensaje del amor y el perdón fue predicado, hoy la violencia, el genocidio, y el exterminio vuelven a desangrar a los inocentes. Pensar en que la mayoría de las víctimas son niños y niñas es absolutamente estremecedor.

Estas imágenes me hacen reflexionar dos cosas muy sencillas sobre nuestra vida cotidiana:

· Dios está entre las víctimas, judías o palestinas. Matar al inocente es querer matar a Dios, para quien todos somos sus hijos y cuyo Hijo fue torturado y ejecutado hace 20 siglos.

· Urge la cultura de la paz en todos nuestros ambientes, en la Escuela, en el deporte, en la política, en la economía, en la prensa. El lenguaje agresivo, los insultos, descalificaciones y agresividad que se manifiestan en muchos sectores sociales nos convierte en colaboradores del mal.

Hace años en esa misma tierra sonó una voz que decía:

“Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo”. (Mt 20,25-27).

Ha llegado la hora de rebajar nuestro tono en el lenguaje y de servir a los demás, sobre todo a los más inocente y excluidos. El lenguaje colérico e iracundo entre muchos, las actitudes egoístas que rechazan la inmigración, las descalificaciones entre políticos de distintos signos, los insultos y gritos que aderezan muchos programas televisivos … todo eso nos convierte, ni más ni menos, en cómplices del horror de Gaza.

JOSAN MONTULL

MANIFIESTO POR LA PAZ EN UKRANIA

Hoy quiero en esta página dar la voz a niños y niñas, jóvenes, familias, docentes y personal de administración y servicios que en las obras salesianas de Monzón y Huesca han aplaudido este manifiesto redacté precipitadamente horas antes de ser leído y que compartí con varios amigos que aportaron alguna sugerencia.

En la madrugada del pasado 24 de Febrero fuerzas militares rusas comenzaron a bombardear un país soberano, Ukrania, invadiendo su suelo y desatando una guerra de consecuencias imprevisibles.

La inmensa mayoría de los países condenaron de inmediato este acto que supone una violación gravísima del derecho internacional y de los más elementales derechos humanos.

El papa Francisco pidió el domingo «que las armas callen» en Ucrania, y llamó también a la apertura «urgente» de «corredores humanitarios» para los refugiados que huyen ante la invasión rusa.

Las diferencias entre países deben darse «en el marco de la Carta de las Naciones Unidas, que aboga por las vías pacíficas y diplomáticas»,

Por eso, los que formamos nuestra comunidad educativa queremos manifestar lo siguiente:

  • Rechazamos la guerra porque es el mayor obstáculo para la convivencia entre los seres humanos. Cuando la persona hace uso de la fuerza es que sabe que no tiene razón y se siente débil.
  • Rechazamos la guerra, porque tiene su origen en la cobardía. Los cobardes no dialogan, agreden y atemorizan.
  • Rechazamos la guerra porque ha sido y es históricamente ineficaz. A lo largo de la historia han muerto en las guerras muchas personas, pero son pocas las que han quedado convencidas en la derrota, las que han renunciado a su religión, su lengua o su libertad.
  • Queremos ser constructores de paz, creemos que la paz es posible, la debemos construir entre todos y nos comprometemos a no cruzarnos de brazos y a unir nuestras manos, diversas y unidas, para colaborar en la transformación de este mundo para que la violencia vaya desapareciendo.
  • Creemos que estamos todos llamados a la convivencia y a la Paz. Creemos que los hombres y mujeres de Ukrania y los hombres y mujeres de Rusia son hermanos y han vivido como hermanos. Aunque la guerra organizada por oscuros intereses quiera dividirlos, seguirán siendo hermanos.
  • “La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”. Erich Hartmann.

Queremos una Ukrania libre y en paz.

No a la guerra.

JOSAN MONTULL