BERLANGA, AZCONA Y RUBIALES

Siempre me ha encantado el cine de Berlanga. Supo retratar como nadie el alma castiza española, esa controvertida personalidad que tenemos, con nuestras grandezas y sus miserias. Creo que su cine es inmortal, eterno. Sus películas, aun las más viejas, siguen teniendo una vigencia extraordinaria.

En sus películas aparecían canallas, pícaros, burgueses, aprovechados, chantajistas, políticos, curas, pobres, empresarios, guardias civiles, alcaldes, putas, suegras, devotas, enterradores, presos, verdugos, rojos, fachas… toda una colección de personajes que caricaturizaban a la perfección los avatares de este país nuestro, tan pasional, encantador, cainita y loco.

Sus argumentos, muchos coescritos con el genial Rafael Azcona, resultaban tan surrealistas como certeros: un pequeño pueblo recibe la noticia de la inminente visita de un comité del Plan Marshall y la novedad provoca un gran revuelo entre la gente, que se dispone a ofrecer a los americanos un recibimiento muy especial. (Bienvenido míster Marshall 1953); un científico atómico norteamericano se refugia en u un pueblo de la costa para limitarse a vivir y a tener amigos (Calabuch 1956); un pueblo quiere atraer el turismo inventando apariciones marianas (Los jueves, milagro. 1957), un joven empleado de una funeraria es obligado a casarse con la hija de un verdugo que quiere enseñarle su “oficio” (El verdugo. 1963); la boda de un provinciano que llega a la costa brava tiene que aplazarse durante un año porque muere la madre del novio y hay que guardar el luto (Vivan los novios 1970); a una cacería de la alta sociedad acude un industrial catalán con su amante para hacer negocios (La escopeta nacional. 1975); una corrida de toros en zona nacional en plena guerra civil quiere ser boicoteada por soldados republicanos (La vaquilla 1985); la celebración del Día Internacional del Preso de Conciencia en la cárcel de Valencia es aprovechada para que gentes de la política, la cultura y la farándula asistirán al acto para hacer lucrativos negocios. (Todos a la cárcel. 1993).

El esperpento, lo surrealista, el desvarío y la locura iban desfilando por la pantalla provocando la carcajada del espectador que sabía que, en el fondo, se estaba riendo de su idiosincrasia más atávica.

Puede que alguien piense que Berlanga y Azcona están trasnochados y que ahora se hace un cine más visual, frenético, duro y -eso sí- subvencionado. Pero lo retorcido de los argumentos berlanguianos siguen, por más que pasen los años, formando parte de nuestro ADN. Repasemos, sin ir más lejos, avatares patrios cercanos y muy lanzados a los cuatro vientos por los medios.

La selección nacional de futbol femenino gana el Mundial, ni más ni menos, el Mundial. Entre los exuberantes y desatados festejos, el presidente de la Real Federación Nacional de Fútbol de España, desde el palco –y ante la reina- se echa la mano a sus partes, como un macho desatado ante las cámaras de todo el mundo. Luego baja al césped, saluda a las protagonistas de la gesta y a una de ellas la agarra con fuera, la levanta y se cuelga de ella misma con sus piernas abiertas mientras la aferra de la cara y le planta un beso en los labios. Las jugadoras, desconcertadas por la acción, incluso hacen broma al principio, dándose cuenta luego de la gravedad del asunto.

El presidente, entrevistado por una emisora de radio, quita importancia al asunto y tacha de tontos del culo, idiotas, estúpidos, pringados y gilipollas…a todos los que se han quedado atónitos ante sus efusivas manifestaciones el terminar la Final. Ya en el viaje de vuelta pide unas tímidas disculpas, pero la deportista besada se niega a aparecer con él.

Llega la expedición a nuestro país y la gente se echa a la calle para vitorear a las protagonistas de la hazaña. Recuperada la cordura, el presidente es acusado de esa actitud chulesca y mal educada y la cosa se empieza a liar. Incluso se le interponen varias denuncias y los medios empiezan a vocear que es necesario que dimita por machirulo y mal educado. Pero el presidente, en cuestión, se revuelve, convoca la Asamblea de la Federación y dice que no dimite, que lo suyo ha sido un piquito sin importancia. La asamblea, puesta en pie enfervorizada, aplaude a rabiar al presidente en un acto casi emotivo.

A las pocas horas, y puesto que la opinión social empieza a ser unánime contra el presidente, los mismos que le aplaudían empiezan a retractarse y llegan incluso a denunciarle, sumándose así a las varias denuncias que van llegando. La cosa se complica. Las futbolistas dicen que o se marcha el presidente o se marchan ellas. Incuso algún futbolista de la selección nacional masculina anuncia que se niega a jugar en un partido internacional mientras el fútbol español esté presidio por el presidente en cuestión.

Pasan los días –pocos- y siguen las denuncias de las federaciones provinciales y de los equipos diversos. Prácticamente todos los que aplaudían en la Asamblea ahora braman contra el presidente al que quieren defenestrar. También se unen los políticos de todos los signos, que hasta entonces habían aplaudido la gestión del presidente, y exigen su dimisión mientras hablan de acoso, agresión y otras lindezas contra la jugadora besada.

La cosa no acaba aquí y aparece un nuevo personaje en escena, la madre del presidente. Defendiendo apasionadamente y con amor de madre a su hijo vilipendiado, se declara en una huelga de hambre indefinida que vivirá en una iglesia de su localidad mientras las cámaras rodean el templo buscando declaraciones. Es entonces cuando aparecen las primas. Las primas acompañan a la madre del presidente que se auto inmola en el interior de la iglesia poniendo en juego su salud. Las ofendidas primas denuncian ante los medios el acoso mediático al que se le somete a su primo del alma y enaltecen con preocupación la valentía de la huelga de hambre de su tía.

Al día siguiente entra en escena un nuevo personaje, el tío. El tío del susodicho presidente había sido jefe de gabinete de la Real Federación de Fútbol. Dice que el tío que su sobrino de alma había estado protegido por el mismísimo presidente del Gobierno y por otros miembros del ejecutivo. Afirma que es un machista redomado, un enfermo, derrochador de la pasta ajena, putero, maltratador y otras lindezas. Dice el tío que su sobrino necesita que se le reeduque para que modifique esas conductas tan poco edificantes.

Los colectivos feministas, por otra parte, salen a la calle exigiendo la cabeza del presidente por machista y abusador. “Se acabó”, gritan, mientras lanzan exabruptos contra él. Mientras esto ocurre en la calle, la madre del interfecto sufre un ataque de ansiedad y es ingresada de urgencia en un Hospital mientras abandona su corta huelga de hambre.

Los políticos, que se han mantenido discretos hasta el momento, en un ataque de responsabilidad pública, le retiran el coche oficial, la tarjeta y el móvil. Le suspenden de empleo y sueldo mientras los dos partidos en el gobierno se enfrentan entre sí lanzándose acusaciones por lo mal que lo han hecho en este caso, y la dejadez que, ante conductas tan reprobables, ha mantenido el partido en el poder.

Los programas televisivos hacen su Agosto (nunca mejor dicho) siguiendo minuto a minuto todos esto avatares, mientras no le dedican apenas tiempo, por ejemplo, a la devolución a Senegal de 180 inmigrantes a los que nuestras fuerzas de seguridad salvaron de morir ahogados.

Mientras tanto, la heroicidad de las futbolistas ha pasado a un segundo plano. No se habla del dineral inmundo que ha ganado desde hace mucho tiempo el presidente. Nadie había sacado a la luz sus chulerías, sus orgías con chicas jovencísimas, sus devaneos multimillonarios, sus viajes por asuntos personales tirando de la cuenta de la Federación. Nadie había protestado porque hubiera llevado nuestro fútbol a Arabia Saudita, uno de los países que menos respetan los derechos humanos y marginan insultantemente a la mujer. Poco protestaron porque el mundial masculino fuera en Qatar, un país tan rico como injusto. Nadie había dicho nada de los sueldos insultantes de los futbolistas, del dinero que mueve el mundo del futbol y de la ostentación, lujo y caprichos multimillonarios de sus dirigentes. Nadie había comentado que las leyes de extranjería son violentadas por el universo futbolístico que incluso tiene otra legislación para sí. Es un Estado dentro de otro Estado, un opio que es utilizado sabiamente por los poderes políticos y económicos para adormecer a la gente manipulando un deporte tan bello.

Las hemerotecas nos devuelven imágenes de nuestros mandatarios abrazándo con coleguismo familiar al presidente ahora acosado, entre risas y copas de cava, sumergidos en un ambiente de lujo y de exhibición de la riqueza. Muchos de los que ahora, sumándose a la mayoría, piden su dimisión, han brindado en ocasiones con él, dándose palmaditas en la espalda y apoyando hasta el final a este hombre.

¿Se dan cuenta? Es Berlanga en estado puro. Es el estrafalario esperpento de una sociedad que se arrastra por el dinero y busca sacar tajada de todo. El disparate que hasta intenta culpabilizar a las mujeres humilladas por un tipo como Rubiales que, en una actitud absolutamente primate, manifiesta una prepotencia machista de libro.

Es España, la nuestra, en la que el machismo sigue campando a sus anchas, en la que representantes públicos se apuntan siempre al carro de los vencedores, en la que las mujeres son menospreciadas –cuando no asesinadas-, en la que el dinero, la picaresca, la falta de escrúpulos y el todo vale para medrar se convierten en características patrias. “Todos somos Jenny” grita la calle, pero también es cierto que todos somos Rubiales. Es España, en la que lo vergonzoso se convierte en espectáculo y la heroicidad pasa a segundo plano.

La mirada irónica de Berlanga sigue hoy vigente. Este esperpento surrealista es el reflejo, ni más ni menos, de lo que somos. No me digan que esta historia no merece una buena película. Berlanga y Azcona ya tendrían inspiración para el guion de una serie de varias temporadas.

JOSAN MONTULL

Noticias del gran mundo

En busca del hogar: Noticias del gran mundo

Estados Unidos 2020

Direccción: Paul Greengrass

Guion: Luke Davies, Paul Greengrass (Novela: Paulette Jiles)

Música: James Newton Howard

Fotografía: Dariusz Wolski

Reparto: Tom Hanks, Helena Zengel, Neil Sandilands, Elizabeth Marvel, Ray McKinnon

Paul Greengras, director que filma con una contundencia explosiva los filmes de acción regala un western espléndido, clásico y rodado con un pulso extraordinario.

Cinco años después del fin de la Guerra Civil estadounidense, el capitán Jefferson Kyle Kidd (Tom Hanks), veterano de tres guerras, viaja de ciudad en ciudad narrando noticias, hablando de presidentes y reinas, de luchas gloriosas, devastadoras catástrofes y apasionantes aventuras que tienen lugar en cualquier rincón del mundo. Un día, en las llanuras de Texas, el capitán conoce a Johanna, una niña de diez años secuestrada seis años atrás por la tribu Kiowa, y que durante ese tiempo fue educada como uno de ellos. Johanna, en contra de su voluntad, debe irse a vivir a casa de sus tíos, un lugar hostil y desconocido para ella. El capitán Kidd acepta entregar a la niña a sus tutores legales. En el viaje, ambos recorrerán cientos de kilómetros a través de una inhóspita naturaleza, y deberán enfrentarse a enormes dificultades, humanas y naturales, en búsqueda de un lugar al que puedan llamar “hogar”.

Greengrass ha hecho una película con vocación de clásico, que recuerda a los clásicos. Los paisajes amplios y luminosos del desierto contrastan con las noches lluviosas y oscuras de las ciudades en las que el capitán, Kyle Kidd va desgranando sus historias con el afán de devolver la esperanza a seres humanos sumergidos en la amargura y el sinsentido. Si todas las personas somos llamadas a ampliar los horizontes, los que escuchan las noticias del capitán son hombres y mujeres sedientos de ver engrandecer sus paisajes vitales. Son seres humanos sumergidos en la soledad.

Pero también el capitán, no sólo la niña rescatada, necesita otros horizontes, ambos necesitan un lugar donde encontrarse. En ese sentido, la búsqueda de referencias familiares en los amplios paisajes del desierto se convierte también en una búsqueda interior para reconciliarse con los fantasmas del pasado y encontrar un hogar en el que sentirse amado. Kyle y la niña kiowa no son tan distintos… son personajes necesitados de amor, un amor que buscan más allá de las palabras y los caminos.

Las escenas de acción y violencia están construidas con una tensión muy bien dosificada. Los paisajes son de una belleza abrumadora. Los diálogos, o los intentos de comunicarse de Kyle con la niña, son profundos y conmovedores.

Y en medio de la inmensidad del paisaje, aparece un gigantesco Tom Hanks, con una actuación soberbia, dando vida a una persona con un armazón ético excelente, dotado de convicciones y de una grandeza moral apabullante. La niña Helena Zengel le secunda admirablemente con una actuación formidable. Su mirada expresa la conmovedora necesidad de sentirse acogida en medio del miedo y el infierno.

Con una banda sonora extraordinaria y una fotografía magnífica, “Noticias del gran mundo” es una película moral por excelencia. Todas las perversiones que aparecen en el film son tristemente actuales: el racismo, el machismo, la exclusión, el rechazo a los inmigrantes, la ineptitud de la Administración, el menosprecio de la familia…Pero todo tiene solución, nos dirá Greengrass, cuando el ser humano se compromete desde el amor por la acogida de los más débiles. Todos estamos necesitados de buenas noticias… todos estamos invitados a ser buena noticia.

Un gran mensaje, un gran western, una gran película.

JOSAN MONTULL

MANADAS

El auge de agresiones sexuales en grupo se está convirtiendo en una preocupante noticia cotidiana. A partir de los sucesos de Pamplona en los que la tristemente famosa “Manada” forzó a una joven vejándola y grabando su agresión, se ha producido un doble fenómeno.

Por una parte hay una toma de conciencia progresiva de la dignidad de las mujeres. El “No es no” es un grito que clama por defender la libertad de las chicas frente a cualquier tipo de abuso machista.

Por otra parte, y paradójicamente, hay un aumento de las agresiones sexuales en grupo que han disparado todas las alarmas sociales. Desde 2016 hasta hoy han sido más de 100 las agresiones sexuales en grupo de las que se tiene constancia en nuestro país. Por otra parte asusta pensar que muchas de estas agresiones han sido cometidas por menores varones contra chicas también menores de edad.

Ante este fenómeno, y sin pretender sentar ninguna cátedra, me vienen a la cabeza a botepronto una serie de reflexiones que pongo por escrito.

  • La dignidad de las mujeres es absolutamente sagrada. Cualquier agresión machista es denigrante y digna de una condena sin paliativos.
  • Hay actualmente una banalización de la relación sexual que es considerada exclusivamente como una fuente de entretenimiento sin más. La ética, la religión, la ciudadanía, la filosofía, el mundo de los valores ha sido permanentemente maltratado en el sistema educativo por unos y por otros. Se ha venido oyendo que todas estas cuestiones eran puramente personales y familiares, que los proyectos escolares no debían decir nada al repecto. Poco a poco se han ido relegando estos temas y se ha optado por asignaturas útiles y prácticas excluyendo las que implican una cierta reflexión interior.
  • Los medios de comunicación han ensalzado la vida de hombres y mujeres con una moral vergonzante y han hecho de la intimidad un puro espectáculo. Los programas llamados del corazón o los reality shows hacen de las relaciones íntimas entre las personas pura carnaza para ser vendida y consumida. La exhibición pública y detallada, bajo contrato, de infidelidades y desamores se ha convertido así en un nuevo modo de prostitución bajo la aureola de la libertad de expresión. No tiene que extrañarnos la sistemática grabación y difusión por las redes sociales de estos delitos por parte de quienes los cometen.
  • Culpabilizar genéricamente a menores inmigrantes o refugiados de estos hechos atribuyéndoles sin más estas agresiones es una auténtica vergüenza. Estos jóvenes son también víctimas, aunque en algunos casos hayan llegado también a ser agresores, y urgen de nuestra ayuda y nuestro compromiso, que no excluye las acciones legales, sea cual sea la procedencia de los agresores.
  • Una clase política que no ha conseguido llegar nunca a un pacto educativo desde el advenimiento de la democracia hasta hoy está siendo cómplice de desajustes y trastornos emocionales de muchos de nuestros jóvenes, que crecen sin ninguna referencia ética de quienes son sus representantes. No haber llegado a un consenso en algo tan primordial como la educación de nuestros jóvenes pone en evidencia el desamparo en que se encuentran estos.
  • La corrupción de personas poderosas para robar impunemente el dinero de todos con guante blanco y elegancia ha creado en nuestra juventud una auténtica crisis moral, llevándoles a creer en muchos casos que algo sólo se convierte en malo si le pillan a uno y se demuestra su participación.
  • Los menores agresores son el espejo más despiadado que nos muestra el reflejo de una sociedad que en muchos momentos ha perdido la decencia. Necesitan, también ellos, ser ayudados –con la penas que la Justicia les imponga- para que puedan restaurar su propia dignidad.
  • Urge el acuerdo de mínimos para que juntos -Escuela, Judicatura, Partidos Políticos, Confesiones Religiosas, Comunidades Educativas y demás colectivos ciudadanos- podamos aparcar diferencias, tantas veces ficticias, y trabajar unidos por la educación de nuestros adolescente y jóvenes.

Ni el medio ni la brevedad de este texto buscan tener muchas pretensiones. Queden estas líneas, eso sí, como la reflexión rápida de un educador que está convencido, por una parte, de las posibilidades de bondad que hay en cada joven –por más desajustado que esté- y, por otra, de la existencia de colectivos agresivos más sofisticados de los que no se habla tanto; no todos actúan en descampados, viejos almacenes o casas ocupadas…lo hacen es despachos, ambientes elegantes, sonrisas de diseño y lujo sofisticado.

Son, en definitiva, otras manadas que engendran estas camadas feroces.

JOSAN MONTULL