UN POQUITO DE POR FAVOR

Seguro que lo recuerdan. Era la frase paradigmática de Emilio, el portero del bloque en el que vivía una extravagante comunidad vecinal en la serie “Aquí no hay quien viva”. Cada vez que surgía algún lío, cuando aparecían los gritos, cuando las Asambleas de vecinos se convertían en un griterío insoportable lleno de insultos, cuando parecía que ya nadie hacía caso a nadie más que a su propia apetencia, Emilio gritaba angustiado, con su sempiterno acento andaluz, “Un poquito de por favor” pidiendo cordura y sentido común. Era la llamada desesperada al entendimiento y al orden, la llamada de quien siente vergüenza ante el espectáculo de aquella divertida comunidad. Y no es que Emilio tuviera una conducta ejemplar, no; también en su vida había momentos turbios y picaresca de la fina…pero la educación y los modales no había nunca que perderlos.

He recordado a Emilio en estos días. Ha sido al ver las algaradas callejeras en Barcelona, ciudad en la que he vivido y a la que amo de corazón. No daba crédito a la violencia, las barricadas, el lanzamiento de objetos, las cargas policiales, los insultos, los contenedores y coches quemados. Me sobrecogió especialmente ver en las imágenes a tantos jóvenes, algunos casi chavales, que habían hecho estallar la calle. ¿Qué han podido vivir, pensé, para estallar en esa agresividad?, ¿qué puede ocurrir en la cabeza de tantos jóvenes para desatar la violencia organizada en un momento concreto?, ¿qué ha ocurrido? Yo recuerdo la Barcelona multirracial, culta y creativa, mestiza y alegre en la que viví… ¿qué ha pasado con esos chavales?

Pero repaso las actitudes de nuestros responsables políticos, los que debe ser referentes para nuestros jóvenes, y tengo la sensación que en colocar la mecha del fuego callejero algo han debido contribuir nuestros profesionales de la política.

Desde hace tiempo el parlamento nacional y algunos autonómicos se han convertido en Sesiones tan desquiciadas como las Asambleas de “Aquí no hay quien viva”. Claro que no tienen ninguna gracia. Hay con mucha frecuencia tanganas sonrojantes de gritos y despropósito donde se insulta, se grita, se patalea y se descalifica permanentemente al otro. “Golpista, terrorista, vende patrias, traidor, mentiroso, carroñero, bloqueador, pactista, saboteador, fascista, reaccionario, facha, corrupto, indecente, indigno, hooligan, miserable, cobarde…” y otra serie de lindezas hemos escuchado estupefactos en los últimos meses mientras veíamos a nuestros bien pagados parlamentarios gritándose y faltándose al respeto un día sí y otro también. 

El problema estriba en que esos mandatarios nos representan, me representan… y no consiento que aquel a quien yo elijo y pago para representarme haga de la mala educación un estilo de hacer.

Pero nos representan, mal que nos pese, nos representan. Por eso podemos exigirles. La política es el arte de lo posible. Hoy urge que nuestros políticos se miren a los ojos y recuerden que sus palabras y gestos nos representan a todos. Porque queremos que la convivencia, la tolerancia y la concordia sean posibles.

Tengo la sensación que tras los cocteles molotov y la violencia callejera está la incapacidad de nuestros políticos para hablar sin gritarse, dialogar sin interrumpirse y debatir sin insultarse.

En más de una sesión parlamentaria, viendo las algaradas y la desilusión violenta de la calle, tendría que aparecer el bueno de Emilio gritando “Un poquito de por favor” … a ver si aparece el sentido común y el respeto…no sea que al final el título de la serie se aplique a nuestra convivencia y tengamos que decir que “Aquí no hay quien viva”.

JOSAN MONTULL

Maktub

Ángeles rapados: Maktub

  • Dirección y guion: Paco Arango.
  • País: España.
  • Año: 2011.
  • Duración: 115 min.
  • Interpretación: Diego Peretti (Manolo), Aitana Sánchez-Gijón (Beatriz), Goya Toledo (Mari Luz), Andoni Hernández San José (Antonio), Rosa María Sardà (Guadalupe), Amparo Baró (Merche), Mariví Bilbao (Puri), Enrique Villén (Raimundo), Jorge Garcia (Carlos).

Apoyando a la fundación Aladina, que busca mejorar el nivel de vida de los niños enfermos de cáncer, os recomiendo Maktub, film que tiene ya unos años,  inspirada en un hecho real y que está transida por una dimensión espiritual más que encomiable

Manolo (Diego Peretti) se encuentra en plena crisis. La rutina del trabajo, la desilusionada relación con su esposa Beatriz (Aitana Sánchez-Gijón) y su distancia de la vida de sus hijos provocan un estado de depresión y angustia que le hace ver visiones y acabar en un hospital para hacerse un escáner. Allí se encuentra con Antonio (Andoni Hernández), un chaval enfermo de cáncer pero con una enormes ganas de vivir y una capacidad de animar la vida más que contagiosa. Entre estos dos personajes surge una relación de amistad que acabará implicando a todos los que se cruzan en su camino que terminarán formando una familia peculiar reunida para celebrar la Nochebuena. Esa cena hará que los personajes se encaren con sus historias y apuesten por creer en la vida.

“Maktub” es una palabra árabe que cita Paulo Cohello en su obra “El Alquimista». Maktub significa “estaba escrito”. Pero no apunta a que el ser humano sea una víctima del destino, sino que va más allá. Maktub es aquello que te conecta con lo que Dios ha pensado para ti. ¿Estaba escrito el encuentro de Manolo con Antonio?, tal vez sea casual, pero la forma de afrontar este encuentro es un acto sincero de búsqueda de felicidad y de sentido.

Antonio, desde su fragilidad y su amor a la vida, animará a ver lo profundo de cada persona. “La vida está para vivirla a tope. Pero puedes cambiarla; no pierdas a Beatriz” le dirá a Diego; “Cómete el mundo, pero no te comas la cabeza” aconsejará al joven adolescente de quien se ha hecho amigo. Así el chaval ayuda a que cada cual vaya descubriendo la grandeza de las personas y la necesidad de cuidarlas: “Cómprale flores a tu mujer” o “Tu suegra es una buena persona”. Poco a poco, y con el testimonio vital del joven, todos se irán perdonando a sí mismos e iniciarán un camino de reconocimiento de la propia culpa y de reconciliación con los demás.

Por otra parte, Antonio invita a creer en Dios, manifiesta que Dios es su jefe y que está aquí en una misión secreta, por eso no teme a la muerte y dice que va a un mundo mejor. La última cena de todos en el Burguer King cuando Antonio marcha a su encuentro con la muerte es altamente evocadora. También lo son  el plano inicial y el final en los que aparecen las estrellas apuntando un sentido trascendente de la vida.

Estamos rodeados de ángeles, vendrá a decir el film, el problema es que no los sabemos reconocer. Aquí está la gran lección de la película. Hay que mirar a las personas con ojos nuevos, descubriendo todo lo que hay de bondad en sus vidas, y procurando que nos ayude a ser mejores y nos remita a Dios. El film es, pues, un canto a la vida cargado de esperanza. No es que no haya bondad en el mundo, lo que nos falla es que, aunque pasa a nuestro lado, no sabemos reconocerla

El realizador, Paco Arango, no cae en ningún momento en lo lacrimógeno y melodramático como cabría esperar por la historia. La bellísima canción del film invita a mirar la muerte desde la esperanza. Y además el sentido del humor impregna la película alcanzando momento verdaderamente divertidos. Estamos, por otra parte, ante una película de actores. Junto a una historia poderosamente humana hay un trabajo actoral magnífico. Diego Peretti está estupendo interpretando al permanentemente asombrado Manolo; el joven debutante Andoni Hernández, que se metió por completo en el papel del joven canario Antonio González Valerón, fallecido a los 16 años, tiene una actuación más que convincente;  así como Goya Toledo y Aitana Sánchez Gijón con sus interpretaciones apasionadas a la vez que contenidas. Todos los secundarios tienen una fuerza extraordinaria y consiguen llenar cada escena. Mención aparte merecen Rosa María Sardá, en su papel de enfermera malhumorada, y la octogenaria Marivi Bilbao, que arranca más de una carcajada

Cine sencillo y humano, como el mejor Capra, cine que emociona y aplaude a la vida, cine de actores y de historia creíble. Alejada de efectos especiales espectaculares, de historias sin sentido, de montajes sincopados y vacíos así como de personajes inverosímiles, Maktub es una historia tan hermosa que reconcilia con el cine.

Maktub (VE) – Tráiler

Josan Montull

Ben-Hur 2016

El perdón digital: BEN HUR 2016

Dirección: Timur Bekmambetov.

País: USA. Año:2016.

Duración: 116 min.

Reparto: Jack Huston, Morgan Freeman,

Toby Kebbell, Nazanin Boniadi,

Rodrigo Santoro, Sofia Black D’Elia,

Ayelet Zurer.

Guion: Keith Clarke y John Ridley;

basado en la novela de Lew Wallace

 

 

 

La hermosa historia de amistad, odio y reconciliación en la época de Jesús entre el noble judío Judah Ben Hur y su íntimo amigo romano Mesala había sido llevada seis veces al cine. Ahora el director kazajo Timur Bekmambetov acomete un nuevo remake (la séptima versión) y nos vuelve a presentar la clásica novela de Lewis Wallance amparándose en la tecnología digital para llegar al gran público.

 Judah Ben-Hur es un noble judío acusado de traición por su hermano adoptivo Messala, un oficial del ejército romano. Alejado de su familia, y condenado a galeras, Judah pasa cinco años alimentando el odio y la sed de venganza. Cuando regresa de incógnito a Jerusalén para cumplir sus oscuros deseos se encontrará con el mensaje de perdón de Jesús de Nazaret.

Este nuevo “Ben Hur” tiene aspectos que bien merecen su visionado. En primer lugar, la tecnología digital en la reconstrucción histórica y el realismo en los ambientes son magníficos. El espectador se ve sumido desde el principio en el siglo primero. La historia, hermosa, humana y atemporal está bien contada; cierto es que el guion tiene algún fallo narrativo y el relato se estanca en algún momento, pero la película se ve bien y entretiene.

El reproche fundamental que hay que hacer a este nuevo “Ben Hur” es la superficialidad en los personajes principales. Esto en una película de inspiración religiosa es ciertamente una laguna importante. Todos los sentimientos de amor y odio amasado en años de sufrimiento por una lado y de amistad y reconciliación por otro que tendrían que dar sentido a la historia no están bien resueltos; los personajes son absolutamente planos, más al servicio de la tecnología digital que de una interpretación que consiga emocionar al espectador. El trasfondo espiritual no aparece tan apenas. Ni Judá (Jack Huston), ni Mesala (Toby Kebbell) ni mucho menos el beduino protector de Judáh (un hueco Morgan Freeman) dotan de sentimiento a sus personajes que no consiguen conectar con el espectador en ningún momento.

Por el contrario la figura de Jesús (Rodrigo Santoro) es la mejor tratada en la película. En la versión de 1959, el personaje de Jesús tenía poquísimas apariciones y siempre de espaldas. En este film es sin duda el mejor personaje de la narración. Aparece en repetidas ocasiones, habla, tiene gestos contundentes y sus palabras saben a un Dios plenamente humano.

Será imposible no comparar esta película con la versión de William Wyller. En ella Charlton Heston y Stephen Boyd estaban ciertamente estupendos…En la versión del 59 la música de Miklós Rosza se convirtió en un clásico extraordinario que todos identificamos, en este remake la música es irrelevante.

Es curioso, una película con una tecnología avanzada va a tener siempre en contra el film de hace 57 años…Una y otra vez al ver este “Ben Hur” el espectador (aun los más jóvenes) recordarán la versión de Wyller…y compararán, irremediablemente compararán; en la comparación la versión antigua ganará por goleada a esta versión bienintencionada pero tal vez innecesaria.

Vayan a verla, eso sí, intenten no comparar y véanla como si ese argumento no lo hubieran conocido nunca. Entonces podrán disfrutar mucho de una historia de tolerancia religiosa, de amor, perdón y reconciliación bajo la sombra de la Cruz. Y contar una y otra vez esta aventura épica de amistad y redención sigue siendo necesario y plenamente actual.

JOSAN MONTULL

 

El libro de la selva

Cachorros de hombre: EL LIBRO DE LA SELVA

Película: El libro de la selva.

Título original: The jungle book.

Dirección: Jon Favreau.

País: USA. Año: 2016.

Duración: 105 min.

Género: Aventuras.

Reparto: Neel Sethi (Mowgli).

 

La novela “El libro de la selva” de Rudyard Kipling ha sido llevada a la gran pantalla en diversas ocasiones. Desde la primera versión dirigida por los hermanos Korda en 1942 y protagonizada por el entonces popular actor Sabú, han sido varios los directores que se han atrevido con la historia del joven Mowgly que, abandonado en la selva, es criado entre lobos y acogido como un animal más en la fauna de la floresta.

La versión más celebre es la versión en dibujos animados de 1967. Fue la última película dirigida por Walt Disney y sus imágenes y canciones han pasado ya a la memoria colectiva haciendo que todos conozcan la historia y las canciones del film.

Esta vez es el realizador John Fabreau, director de varios films espectaculares de aventuras, el que toma la batuta para darnos la que quizás sea mejor versión de la obra de Kipling.

Fabreau ha tenido el mérito de rodar una obra en la que la imagen digital es absolutamente extraordinaria y se funde perfectamente con la imagen real.

Los paisajes, los árboles, las fuerzas naturales, los animales, todo tiene un realismo fuera de serie. Sólo el personaje de Mowgli es real. El joven Neel Sethi, seleccionado en un casting con miles de niños, da vida a este niño casi entrado en la adolescencia que se interroga sobre sí mismo conforme va creciendo.

Ya en los primeros minutos, Fabreau nos sumerge en un vértigo bellísimo de carreras y aventuras en plena naturaleza. Esas primeras imágenes con un ritmo impetuoso son el prólogo de un film que no da tregua. Todo el metraje va a mantener esa tensión brutal que sumerge al espectador en una historia fascinante.

Pero, contra lo que podríamos pensar, no es ésta una obra vacía y pueril; la película ahonda en temas serios: el crecimiento, la amistad, el valor de la naturaleza, el ligar de cada cual en la vida…y están tratados con la sintaxis de un cuento pero con seriedad y madurez.

Por eso “El libro de la selva” no es una película infantil, es –eso sí- una película parta niños, para jóvenes y para adultos. Todos disfrutarán de esta historia. En cada animal que aparece iremos descubriendo, con los ojos tan abiertos como los de Mowgli, actitudes que tenemos los humanos en nuestro vivir cotidiano. Entre nosotros hay embaucadores como la serpiente Ka, buenazos como el oso Baloo, racistas y excluyentes como el tigre Shere Khan que arrastra las cicatrices de hombre, buenos compañeros como la pantera Bagheera, personas profundas y nobles como el lobo Akela, caprichoso y déspotas como Loui, el rey mono.

En esa fauna estamos reflejados cada uno de nosotros. Todos tenemos algo de las actitudes son que encarnan esos animales.

En la selva va descubriendo Mowgli el valor de la amistad, de la familia, de la riqueza de la diversidad, del sentido de dar la vida por los demás y del sinsentido del egoísmo y la violencia. Como Mowgli, todos somos cachorros humanos necesitados de abrir los ojos y de aprender.

Estamos, pues, ante una obra excelente, el tratamiento no sólo técnico sino también narrativo del film hace de este nuevo Libro de la Selva una autentica gozada. La música, el paisaje, los diálogos divertidos y el realismo espectacular son absolutamente deslumbrantes. Y todo al servicio de una historia que se nos antoja exquisitamente humana.

No lo duden, vayan a verla. Ideal para ver en familia y para reflexionar sobre el lugar que ocupamos en nuestra fauna humana.

JOSAN MONTULL