El Salto

Mirar el dolor: EL SALTO

Dirección: Benito Zambrano. (España 2024)

Guión: Flora González.

Reparto: Moussa Sylla, Edith Martínez Val, Nansi Nsue, Mariola Fuentes.

Fotografía. Alex de Pablo.

Cuando esta película cierra en negro y concluye, en la pantalla aparecen unas frases: Desde 2014 hasta Agosto de 2023, más de 27.000 personas han perdido la vida o han desaparecido intentando cruzar e mediterráneo. Sin embargo, se calcula que hasta 2050 se necesitarán unos sesenta millones de inmigrantes para rejuvenecer la población de Europa.

A continuación, los rótulos finales dedican el film A quienes murieron en el viaje, a los que llegaron, a quienes los recibieron con los brazos abiertos. Esto es “El salto”, un homenaje duro y respetuoso a los protagonistas de la aventura de cruzar el Mediterráneo para llegar a nuestro continente.

Benito Zambrano es, sin duda, uno de los directores españoles con una mayor sensibilidad social en sus trabajos. Su cine, directo y valiente, denuncia las causas que provocan la pobreza y muestra las consecuencias de la misma en unos seres humanos con nombres y apellidos, tratados con una gran delicadeza.

Películas como “Solas”, “Intemperie”, “Padre coraje”, “La voz dormida”, … retratan con notable profundidad las vidas de personas marcadas por situaciones sociales injustas.

El salto” mira de frente a una de las realidades más crudas y ocultadas de nuestro mundo occidental: la inmigración ilegal que llega a Europa a través de la valla de Melilla.

Ibrahim es un guineano inmigrado ilegalmente a España, en donde vive y trabaja sin papeles con la ilusión de poder tener una documentación que le permita llegar a Francia. Su mujer está esperando un hijo y, aunque no están casados, tienen una ilusión y un amor extraordinarios. Trabaja ilegalmente en la construcción y su jefe está muy contento de su responsabilidad. Un día es detenido por la policía y es conducido a un CIES. Al poco tiempo es deportado de nuevo a África A partir de ese momento, su único objetivo será regresar a España. Tras recorrer África, se instala en un campo de refugiados en Marruecos. Allí conoce a Aminata, una chica decidida a saltar la valla y entrar en España. Sin embargo, se trata de una hazaña física que no todo el mundo es capaz de lograr.

La película va retratando dramáticamente toda la peripecia vital de estas personas que miran a Europa con la ilusión de salir de la violencia y la miseria que padecen. En la pantalla van desfilando todos los elementos que aparecen en estas vidas: la policía, los CIES, los abogados, las mafias, los campos de refugiados, las comunidades religiosas que ayudan, la población que rechaza a estos seres humanos, los que se mueven por la compasión, los que se ensañan con crueldad…

No es una película cómoda de ver, pero es una película necesaria, que hay que ver. Es un espejo que nos devuelve una imagen de nosotros mismos, de nuestra sociedad, y nos interpela sobre qué tipo de mundo queremos construir.

Todos los protagonistas tienen una autenticidad y verosimilitud extraordinarias. Es difícil olvidar la mirada de Moussa Sylla, llena de tristeza y de esperanza. Sus ojos miran al espectador, que se siente molestamente interpelado por una realidad tan dura y cercana.

Con frecuencia da la sensación de que estamos ante un documental porque la cámara se interna en el alma de cada personaje y de cada ambiente opresivo y brutal.

En medio de tanta miseria, muchas de estas personas tienen una dosis de humanidad y solidaridad que conmueve y contrasta con la virulencia de los explotadores; esa solidaridad está animada por la profunda religiosidad que viven todos, musulmanes y cristianos, extraordinariamente reflejada en la oración interreligiosa que hacen horas antes de iniciar el salto de valla.

Conmovedora, profunda e incómoda “El salto” es una película que hay que ver. Sencillamente.

PARA TRABAJAR EN EL GRUPO

  1. Repasa la oración interreligiosa que hacen dos inmigrantes… puedes hacerla tuya. ¿Qué te sugiere?

Hermanos míos: los que van delante deben ser los más fuertes de corazón, serán los primeros en recibir los golpes de los guardias; el que tenga miedo que no ocupe el primer lugar y los que se quedan atrás no piensen que no lo conseguirán; sólo Dios conoce el nombre de los que llegarán…

… Ahora hermanos míos recemos cada uno a su Dios para que sea nuestro guía y protector en el camino hacia Europa. Invitamos a nuestro hermano Oussam a decir unas palabras para nuestros hermanos cristianos

  • Pedimos a Alá por intercesión de su hijo Mohamed que nos proteja de los guardias y de las cuchillas que nos hieren y mutilan
  • Pedimos a Jesús el humilde el perseguido que nos ayude a cruzar sin ser detenidos y devueltos como animales y delincuentes
  • Pedimos a Alá, por intermediación de Mohamed, el liberador, que proteja a los que no lo consideran
  • Pedimos a Jesús, el crucificado, el martirizado, que el sufrimiento de cada hermano sea la luz y la esperanza para los que vengan detrás
  • ¿Cómo se muestra la soledad de los personajes en la película? ¿Qué papel juega la camaradería y la comunidad entre los migrantes? ¿Cómo aparecen tratados los distintos estamentos: la burocracia, la policía, la Iglesia, …
  • ¿Cómo se equilibran los sentimientos de esperanza y desesperación en la película? ¿Hay algún momento en el que la esperanza se impone a la desesperación, o viceversa?
  • Comenta esta foto de José Palazón publicada en 2014 en OK Diario tomada en la valla de Melilla. ¿qué te sugiere?

JOSAN MONTULL

LOS HÉROES DE PARLA

Ocurrió en Irlanda, cuando el verano comenzaba a asomarse, a pesar de la baja temperatura que había en el paseo marítimo de Brey, en Dublín. Trece adolescentes de 15 y 16 años del Instituto Humanejos de Parla que se encontraban de viaje de estudios y observaron cómo había un cuerpo inerte, flotando boca abajo mientras intentaba moverse con dificultad.

Pronto se dieron cuenta de que aquella mujer se estaba ahogando. A pesar de que muchos adultos transitaban el paseo, indiferentes, estos chavales no lo pensaron mucho y se lanzaron al mar para salvarla. El agua estaba muy fría y fueron avanzando hacia el cuerpo de la mujer. «Cuando llegamos a ella estaba boca abajo, morada y echando espuma por la boca», cuentan. Cada uno la agarró por un lado para poder sacarla. El agua estaba a 11 grados. “Intentábamos arrastrarla, pero era una mujer grande y el agua estaba tan fría que te rompía los pulmones”, dicen. Una de las chicas, Ainhoa, se lesionó mientras intentaban salvarla. Entre caídas y goles contra las olas, alcanzaron la orilla y consiguieron reanimarla. Los adultos se limitaron a sacar sus móviles para grabar la escena, sin hacer nada por ayudar.

Cuántas veces, al hablar de los adolescentes, sin quererlo, proyectamos los estereotipos que corren por ahí: adictos a las redes, egolatrías, indiferentes, superficiales…y, sin embargo, estos chavales nos han dado una lección extraordinaria de solidaridad en medio del riesgo, una solidaridad que salva vidas y estrecha los lazos de amistad entre los salvadores mientras estos hechos van dando sentido a sus vidas.

Estos 13 chavales iluminan un mundo oscuro en el que los adultos condenamos con frecuencia y nos escondemos en nuestra comodidad. Su acción nos ha proporcionado un testimonio precioso y una enseñanza extraordinaria, así, sin pensarlo mucho, con la espontaneidad y generosidad propia de los quinceañeros.

Hay muchos, les aseguro, muchos chicos y chicas jóvenes, que –como los héroes de Parla- se lanzan a contracorriente para dar vida a mucha gente.

Mientras esto ocurría muchos adultos hacían sonar tambores de guerra, desangraban Gaza y arruinaban países enteros. El Talmud dice que “Quien salva una vida salva a la Humanidad”. Estos chavales, una vez más, son profetas de la esperanza…salvadores de la Humanidad.

 JOSAN MONTULL

Los ‘Ocho de Parla’, héroes adolescentes al rescate de una mujer en la costa de Irlanda: “La gente no hacía nada, solo nos grababa” FOTO: Álvaro García MEDIO: elpais.com

UN SEISMO DE DESCONCIERTOS

Nunca ha sido fácil interpretar la Historia. Sus vaivenes son tan extraños y contradictorios que resulta incomprensible ver cómo la persona tropieza, no una ni dos, sino cientos de veces en la misma piedra.

Los creyentes tenemos además la lógica dificultad de entender una Historia, que es canalla y , con frecuencia, tremendamente injusta con los más pobres. ¿Qué pinta Dios creador en un Mundo tan convulso?

Estos días hemos vivido el horror de un terremoto que ha dejado miles y miles de muertos, heridos y personas sin hogar. Centenares de edificios se desplomaron en Turquía en plena noche cuando todo el mundo estaba en sus casas. Su país vecino, Siria, sufrió también la embestida de la tierra que destrozó más un país ya de por sí destrozado por una cruenta guerra civil que lleva casi 12 años. ¿Dónde está Dios, nos preguntamos los creyentes, al ver el sin sentido de un dolor globalizado y cruel?, ¿Dónde está Dios?

El estruendo de la sacudida sísmica se convirtió en toque de arrebato para que hombres y mujeres de muchas nacionalidades, credos y convicciones diferentes, acudieran a los lugares de la tragedia a montar hospitales, curar, repartir alimentos, acoger y acompañar el sufrimiento.

Voluntarios, bomberos, militares, médicos, misioneros y gente buena se afanaban por arrebatar todos juntos la vida que era engullida por la destrucción.

Personas especializadas escarbaban bajo las ruinas para intuir cualquier aliento de vida. Cuando esto ocurría, pasaban a la acción para que, con meticulosidad, se pudieran rescatar vidas que agonizaban bajo los escombros. Hemos visto a niños, adolescentes, jóvenes, ancianos ser devueltos a la vida acogidos por brazos de desconocidos que les alumbraban como parteros entre aplausos y lágrimas. Hasta bebés, incluso recién nacidos todavía con el cordón umbilical intacto, eran sacados de debajo de las ruinas.

Cada vez que una vida era rescatada de la muerte, todos aplaudían, se abrazaban y vitoreaban a Dios gritando Allahu Akbbar. Emocionados, daban gracias a Dios por la vida que se había rescatado. No importaba si aquellos hombres y mujeres eran musulmanes, cristianos, budistas o ateos; la fuerza de la vida que, con la ayuda de todos, se abría paso, era festejada en un ambiente de fraternidad universal.

A la vez que estos acontecimientos se desarrollaban en Grecia y Turquía, en nuestro Parlamento se aprobaba una ley de bienestar animal que busca dotar a los animales de un estatus de dignidad hasta ahora no tenido en cuenta. Esos mismos días, a su vez, el Tribunal Constitucional daba alas a una ley del aborto que permite acabar con la vida del feto si éste tiene menos de 21 semanas y si la mujer embarazada tiene más de 16 años.

Sin entrar a juzgar, allá cada cual, resultaba paradójico que, mientras unos compatriotas nuestros se jugaran el tipo en Siria y Turquía por rescatar la vida, nuestros gobernantes legislaran favoreciendo el aborto. También llamaba la atención ese cuidado y mimo legal por la vida de los animales y esa banalización de la vida humana al albur de decisiones extrañas a la vida del feto.

El corazón del ser humano es así de complejo y misterioso. En la ayuda a los países damnificados por el terremoto, por ejemplo, entre las primeras naciones que manifestaron su solidaridad económica fueron Rusia y Ucrania, que gastaban dinero para apostar por la vida mientras sus presupuestos gastan millones ingentes para la compra de armas que siembran la muerte.

Como digo, no pretendo juzgar. Simplemente manifiesto mi perplejidad por la coincidencia de todas estas situaciones. Parece que vivimos inmersos en un mar de contradicciones.

Hay algo que sí tengo claro. Intuyo dónde está Dios en esta tragedia. Dios está bajo los escombros, entre las víctimas, no en vano creemos en un Dios crucificado que ha asumido las cruces de todos los seres humanos. Dios está también en la generosidad de todas las personas que han ido a arrancar la vida de los brazos de la muerte para salvar a los enterrados. Incluso Dios está en el sentimiento de esos perros adiestrados capaces de olisquear la vida cuando todo huele a muerte.

Salvar juntos la vida, trabajar juntos por la resurrección frente a la muerte; es ahí donde hombres y mujeres de todas las ideologías y creencias podremos encontrarnos. Y es que cada vida humana es un Templo donde late el corazón de Dios y ante el cual tenemos que postrarnos y adorar con un respeto reverencial.

JOSAN MONTULL

Mediterráneo

Brazos abiertos: Mediterráneo

Dirección: Marcel Barrena (2021)

Guion: Danielle Schleif. Historia: Marcel Barrena, Óscar Camps

Música: Arnau Bataller

Fotografía: Kiko de la Rica

Reparto: Eduard Fernández, Dani Rovira, Anna Castillo, Sergi López, Àlex Monner…

El 2 de Septiembre de 2015 en una playa turca apareció el cuerpo sin vida de Aylan Kurdi, un niño sirio de menos de cinco años que murió ahogado junto a su familia cuando huían de la guerra y buscaban encontrar asilo en Europa. Sólo consiguió salvar la vida su padre, Abdullah.

Cuando apareció su cuerpecito, boca abajo, contra la arena de la playa, Aylan vestía un pantalón corto de color azul, una camiseta roja y unas sencillas zapatillas.

La fotografía estremeció al mundo y conmovió muchas conciencias. El socorrista Óscar Camps, de Badalona, al ver la fotografía sintió una llamada a ir a las costas griegas para salvar a los inmigrantes que intentaban atravesar el mar buscando la supervivencia.

La película narra la vocación secular y solidaria de este hombre, que fundó la ONG “Proactiva Open arms” para abrir los brazos a los refugiados, que zozobraban en el Mediterráneo en abocados a la muerte.

El film entretiene y estremece porque el tema es real e incómodo. Si bien no consigue ahondar en la vocación solidaria de este hombre, sí que aparecen bien reflejados los problemas que conlleva una opción tan provocativa. Conforme van avanzando en esta vocación, estos héroes tienen que enfrentarse con sus propios demonios y miedos para seguir adelante.

Eduard Fernández da vida al carismático Óscar Camps, bien secundado por Anna Castillo, Dani Rovira y Sergi López.

Bien rodada, la película provoca e invita a hacerse muchas preguntas: ¿es justo dejar a las personas en el mar?, ¿podemos acoger a todos?, ¿no tiene que buscar Europa soluciones humanas a este drama?, ¿no está generando la misma Europa este aluvión de miseria?…

Mientras el espectador se hace estas preguntas, nuestras “socorristas” no se detienen, no hay tiempo para interrogantes y respuestas, la urgencia es salvar vidas. Hay que echarse al mar, una y otra vez para sacar del agua a personas que, como el pequeño, Aylan, sólo quieren sobrevivir.

Hay que verla.

JOSAN MONTULL