MENAS

Desde hace un tiempo en nuestro país se está hablando cada vez más de los MENAS. Las menas son los menores extranjeros no acompañados, mayoritariamente varones, que han llegado hasta nosotros huyendo de la violencia, la miseria y el miedo que han vivido en su tierra.  Hay decenas de miles en nuestro país y ciertamente no es fácil darles acogida, acompañamiento y futuro. Las diversas administraciones públicas están desbordadas por el número creciente de estos chavales que requieren muchos cuidados.

Por otra parte, cuando se demuestra que tienen 18 años y, por tanto, son mayores de edad, la Administración deja der tutorarlos y la calle suele ser el destino más frecuente.

Hay, además, una dificultad permanente en encontrar profesionales de la educación que quieran hacerse cargo de este colectivo tan vulnerable como difícil. Los educadores y educadoras se ven, con frecuencia, sobrepasados y sin recursos para afrontar las dificultades.

Los delitos cometidos por algunos de estos chicos han provocado un creciente rechazo social, alimentado por grupos políticos que utilizan lenguajes agresivos y xenófobos cuando se refieren a estas personas. El lanzamiento de una granada de mano al interior del patio de un Centro de Acogida ha disparado las alarmas.

Es ciertamente fácil caer en demagogias y populismos en este tema. No hay respuestas ni soluciones fáciles. Así que, frente a todo esto y sin pretender hilar fino, me hago las siguientes reflexiones:

  • No hay que perder de vista que estos jóvenes son víctimas, personas que lo han perdido todo, incluso a sus seres queridos, sin patria, sin recursos, sin familia, sin nada…personas con una soledad despiadada, con heridas profundas en su infancia y, por tanto, emocionalmente muy frágiles.
  • La gran mayoría de estos jóvenes tienen un comportamiento correcto y cívico. Hacer alusión sólo a los delitos que cometen es estigmatizarlos tendenciosa e inhumanamente. Extender el discurso del odio lleva a la radicalización virulenta e injusta de algunos sectores sociales. Claro que hay que penalizar los delitos que puedan cometer…lo mismo que hay que castigar de la misma manera las acciones delictivas del resto de jóvenes nacionales.
  • Hay que agradecer a tantos educadores, educadoras y a tantas personas voluntarias el afecto, la dedicación y la entrega que tienen para con estos chavales, aun disponiendo de pocos recursos y supliendo con afecto lo que la Administración no les da. Son, por otra parte, muchos los colectivos que acogen a los menas cuando ya son mayores de edad y vuelven al desamparo de la calle. Esta acogida les pone a veces al borde de la ilegalidad a personas solidarias y buenas. 
  • Y, finalmente, creo que hay que poner la mirada en otros menas, en los menores españoles no acompañados; en aquellos niños y niñas que no son amados, que tienen cosas pero no tienen afecto, que vagan de actividad en actividad de Tiempo Libre pero que no disfrutan del tiempo de su familia; de aquellos que son paseados por los juzgados, convertidos en arma arrojadiza de padres irresponsables, de aquellos que no tienen referencia de adultos responsables. Entre los nacidos en nuestro país, en familias aparentemente normales, están apareciendo muchos menores no acompañados, ni seguidos…ni queridos.

No sé cuál es la solución, es verdad. Lo que sí sé es que los menas son la punta del iceberg que muestra las consecuencias de un mundo que prefiere el dinero al amor. Sólo aportando recursos y afecto, podremos mirar a los ojos a estos chicos sin sonrojarnos por la verguenza.

JOSAN MONTULL

Free , solo

Paranoica proeza; Free, solo

USA 2018

Dirección: Jimmy Chin, Elizabeth Chai Vasarhelyi

Música: Marco Beltrami

Fotografía: Jimmy Chin, Matt Clegg, Clair Popkin Documental.

WEB OFICIAL: https://www.nationalgeographic.com/films/free-solo/

Puedes ver la película OFICIAL gratis en la siguiente web: https://www.nationalgeographic.com/films/free-solo/wheretowatch

El óscar al mejor documental fue en la última edición para “Free, Solo”, la filmación sobrecogedora de una hazaña deportiva sin precedentes: escalar los 900 metros verticales de la formación rocosa El Capitán, en el valle de Yosemite, sin cuerdas, ni arneses ni clavijas…sólo con las manos y los pies y sin ninguna protección.

El protagonista de la aventura es un tipo singular: Alex Honnold, un deportista solitario y taciturno que ha consagrado toda su vida a la práctica de este… ¿deporte?

La película nos presenta al personaje, su adolescencia y su vida actual, morando solo, en una furgoneta en la que come comida vegetariana y comparte pocos momentos con una comprensiva joven, su novia, que sufre cada vez que Alex escala.

El protagonista desnuda su vida ante la cámara y explica su fascinación u obsesión por jugarse la vida en las escaladas. La mística de no llevar cuerdas, el atractivo del más difícil todavía, el recuerdo –muy pasajero- por los escaladores que murieron en diversas gestas…todo va desfilando en la pantalla ante un espectador que asiste atónito al discurso existencial de Alex que justifica su obsesión extravagante.

Las imágenes tienen una fuerza absolutamente deslumbrante. En su intención de escalar sólo, Alex exige que no haya ningún escalador que, asido a las cuerdas, lleve una cámara.

Y ahí está el milagro de este bellísimo film: las cámaras captan con una espectacularidad y una minuciosidad excelente todos los movimientos de Honnold. Desde zooms potentísimos en el llano hasta drones sofisticados que captan los más mínimos detalles y los planos imposibles, toda la ascensión tiene una fuerza cinematográfica arrolladora y consigue que el espectador –que ya sabe el final- sufra en la escalada y contenga la respiración en cada tramo superado.

Alex, en su discurso simple, dice que esto es como ganar una medalla en las Olimpiadas, claro que, “si pierdes, te matas”.

Lógicamente que el triunfo de la hazaña no impide que el espectador se pregunte sobre la talla humana de este personaje, ¿es ético jugarse la vida tan inútilmente?, ¿Alex es un héroe o un loco?, ¿un aventurero o un temerario?, ¿un deportista o un paranoico? Cuando el público, como es mi caso, no entiende esta práctica deportiva, esta supuesta aventura se antoja como una manifiesta irresponsabilidad. ¿Vale tan poco a vida que merece la pena ponerla en riesgo por una acción semejante?, ¿no es un capricho absolutamente inmaduro?, ¿tan poco valen las personas que se puede primar el riesgo innecesario a la donación a los otros?; en definitiva ¿puede amar a otros un ser humano que tiene esa concepción tan peculiar de la propia existencia?

El documental no contesta a las preguntas, se limita a mostrar -con una potencia extraordinaria, eso sí- la aventura de este hombre. Es el espectador el que tiene que responder ante este excelente documental que nos fascina desde el minuto uno y nos pone un nudo en la garganta.

JOSAN MONTULL

LO QUE DEBERÍA SER COMO EDUCADOR CRISTIANO…LO QUE REALMENTE SOY

Desde hace muchos años dedico mi vida a la educación de adolescentes y jóvenes. En un ambiente donde lo religioso aparece cada vez más irrelevante, soy consciente de que como educador creyente soy también educador de la fe. Creo que hay algunas cosas que debería hacer y ser para vivir como evangelizador. Empezaré por esto:

Lo que debería ser y hacer:

  • Ser testigo del evangelio en medio de un mundo roto donde existe en gran medida la explotación juvenil.
  • Aprovechar las situaciones concretas que se van viviendo para ayudar a revisar la vida desde el evangelio.
  • Fomentar mucho la relación personal con cada chico o chica ayudando a que cada uno de ellos se encuentre con el misterio de uno mismo (la mayoría de estos chicos no se conocen o se infravaloran, de ahí surgen muchas violencias).
  • Creer siempre que cada chico o chica, por más desajustados que estén, son portadores del misterio de Dios, teniendo presente que la acogida de los pequeños es una condición para entender el Reino de Dios. Todo esto comporta amarles por lo que son y por lo que pueden ser…amarles aunque no respondan a nuestras prupuestas.
  • Ser plenamente solidario con la vida de los jóvenes, tanto en los momentos de fiesta como en los de dolor, ayudando a darles sentido (las notas, la enfermedad, el conflicto con otros, los problemas en casa, la obtención de un título…).
  • Estar presente en medio de los jóvenes. Estar siempre alegre y sereno.
  • Ser yo mismo testigo claro de lo que quiero anunciar (No ser violento en mis formas, perdonar siempre, acoger siempre, animar siempre…).
  • Preferir las personas a las actividades y las instituciones por más que éstas estén al servicio de los pobres.
  • Ayudar a que entiendan la fiesta como celebración de la amistad, sustituyendo progresivamente el concepto de fiesta como ámbito donde colocarse y pasar de los demás.
  • Favorecer actividades colectivas en las que puedan experimentar el valor de hacer cosas por los demás (excursiones, teatro, experiencias de voluntariado, acampadas, trabajos…).
  • Denunciar la injusticia desde el evangelio (droga, explotación, falta de trabajo, marginación, homofobia, xenofobia, inmigración forzada, machismo…). Anunciar un estilo de vida basado en el amor.
  • Ser consciente de que soy hombre de Iglesia; por tanto, actuar no por cuenta propia sino sintiéndome enviado; eso implica, a su vez, sentirme enviado también en sentido inverso: desde los chavales a la Iglesia.
  • Reconocer que la diversa procedencia étnica, geográfica y religiosa que tenemos en nuestros ambientes es una posibilidad y una fuente de riqueza humana.
  • Trabajar siempre en grupo. Crear una comunidad de educadores ayudando a reflexionar, a la luz de la fe, las cosas que se van viviendo con los chavales.
  • Rezar, reconocer que sólo soy instrumento, no protagonista. Poner mi fragilidad en manos de Dios para que sea Él quien tome mi vida y la transforme para que yo pueda trasformar un poquito otras vidas.
  • Proponer a los que lo deseen iniciar un itinerario de fe en grupo, acercándoles a Jesús de Nazaret como referencia vital que da sentido a la vida.
  • Celebrar la fe y la eucaristía con aquellos que lo deseen con un lenguaje provocador y sencillo, con gestos que puedan ser leídos y entendidos por los chavales, aunque no sean muy oficialmente litúrgicos.
  • Actuar con la convicción de que todos los momentos, buenos o malos, que se viven con los jóvenes son relativos y hay que aprovecharlos todos para ir construyendo la educación. Los éxitos y los fracasos hay que valorarlos al cabo de mucho tiempo. Pedro negó tres veces y aquello no terminó en un fracaso.
  • Tener presente que Jesús de Nazaret ha roto la separación entre lo religioso y lo profano. El velo del Templo ha quedado rasgado. El encuentro con el Dios de Jesús no se da principalmente en ambientes piadosos sino en las periferias y con los excluidos (Mt 25).

Con todo lo dicho, queda claro que muchas veces no soy un buen educador cristiano porque con frecuencia:

  • Quiero imponer mi criterio y no me esfuerzo por entender que estos no son los de los chavales.
  • Quiero ir muy deprisa por lo que muchas veces pierdo la paciencia.
  • Tengo tantas cosas que hacer que con frecuencia paso al lado de los chavales sin darme cuenta del problema que tienen y que quieren compartir conmigo.
  • Convierto a veces la programación, la revisión, la evaluación el mucho papeleo en la excusa perfecta para alejarme de los jóvenes diciendo que no tengo tiempo.
  • Estoy en una tensión tal que me dificulta la acogida.
  • Tengo pereza en organizar cosas sencillas pero que llevan trabajo.
  • Me olvido de que soy persona de Iglesia. Me creo mejor que la Iglesia, ignorando que es ella la que me ha dado a conocer a Jesucristo y la que un día me presentó la vida de los jóvenes.
  • No acabo de descubrir que la vida de los chavales es un misterio que me ayuda a descubrir el Misterio y me interpela en mi fe y en mis convicciones. Cada joven es una Palabra de Dios para un educador cristiano.
  • Paso del grupo de educadores y voy por libre abusando de mi intuición y pidiendo que sean ellos los que vayan tras de mí.
  • Soy excesivamente apasionado y valoro sobremanera tanto los éxitos como los fracasos.
  • Tengo tantas cosas que hacer que me olvido de rezar.

Pero creo que, pese a todo, mi trabajo como educador cristiano tiene un sentido y me siento llamado por el señor Jesús a ser un humilde constructor del reino de Dios en medio de todos los chicos y chicas con los que convivo, de manera especial, con los más desfavorecidos y más necesitados.

JOSAN MONTULL

Lo que de verdad importa

Vocación angelical : LO QUE DE VERDAD IMPORTA

  lo_que_de_verdad_importa-496956628-largeDirector Paco Arango

Guion: Paco Arango

Música: Nathan Wang

Fotografía: Javier Aguirresarobe

Reparto: Oliver Jackson-Cohen,

Camilla Luddington, Jonathan Pryce,

Jorge Garcia

 

 

 

Hace unos años el director Paco Arango debutó en el cine con “Maktub”, una película en la que se contaba la historia de amistad, inspirada en un hecho real, entre un buen hombre y un adolescente con cáncer.

El film dedicó muchos de sus beneficios a la Fundación Aladina, fundación que trabaja con niños que sufren cáncer y que el mismo Arango preside.

Años después vuelve con “Lo que de verdad importa”, film que combina el realismo mágico, el sentido del humor y el drama y que es un film sencillo, simpático, muy agradable de ver y profundamente humano. Es precisamente esa vocación moralizante de la película la que ha sido maltratada por la crítica y muy bien acogida por el público.

La película cuenta la historia de Alec, un mecánico británico que vive una vida superficial y vacía. En un joven vividor, mujeriego e irresponsable. Acuciado por las deudas del juego, acepta la invitación de un extraño tío suyo (muy parecido al de “Qué bello es vivir” de Frank Capra) que le propone ir un año a vivir a Nueva Escocia a cambio de pagar sus deudas.

Sin entender prácticamente nada, Alec emprende un viaje huida a Canada y se instala en un pequeño pueblo costero. Allí descubrirá que hay en su vida una capacidad de sanar enfermedades que él desconocía por completo. Ese don que tiene será para él un compromiso que va a complicarle la vida.

La película cuenta de entrada con la complicidad del espectador que, gracias a la publicidad, ya sabe que va a ver un film cuyos beneficios se dedican íntegramente a la fundación Aladina.foto-rodaje-750x400-750x400

Los momentos cómicos están dosificados y poco a poco la narración va ganando en profundidad. Fallos de guión y de ritmo no desmerecen de una obra pensada para conmover y animar a ser mejores. Los efectos musicales que pretenden subrayar los momentos chistosos infantilizan algo la narración pero pronto se perdonan por la buena intención de la película.

Hay, eso sí, una reflexión importante: todos tenemos un don, son los otros los que nos ayudan a descubrirlo. Tener un don no es un privilegio, es un compromiso que puede complicar la vida del que lo posee pero dar sentido a su existencia. Alec experimentará que rechazar el don que uno lleva por pura comodidad comporta no estar bien con uno mismo.

Los actores están bien; ejercen de simpáticos vendedores de buen rollo y humanidad.

La fotografía espléndida de Javier Aguirresarobe retrata un paisaje bucólico lleno de personas buenas que, a pesar de sus historias de sufrimiento, siempre están dispuestas a acoger al desconocido y a confiar en él.

En tiempos en los que sacar a la luz lo religioso parece que es un tabú o que sólo es propio del fanatismo más retrógrado, se agradece que el film hable de

Dios con toda naturalidad y sencillez. Una dimensión espiritual (poco profunda, eso sí) recorre el metraje de una película que invita a ser mejores personas y a valorar más lo que somos y a los seres humanos que están cerca.

Al final aparecen imágenes de Paul Newmann, “ángel” al que va dedicada la película, y de los niños y niñas con cáncer que son acompañados por voluntarios. Didácticamente Arango nos viene a decir que hay muchas personas que tienes un don, que existen los ángeles solidarios y que cada espectador, si mira en su interior, puede descubrir ese don particular que tendrá que entregar a los demás.

No es una obra redonda, pero es una buena película para una mejor causa. Es una invitación a la fraternidad, a la entrega, al voluntariado…allí es donde descubrimos lo de que verdad importa.

Y, no hay duda, si gana la solidaridad, gana también el cine.

JOSAN MONTULL