Simios profundamente humanos: LA GUERRA DEL PLANETA DE LOS SIMIOS
Dirección: Matt Reeves. País: USA. 2017.
Interpretación: Andy Serkis (César).
Guion: Matt Reeves y Mark Bomback.
Música: Michael Giacchino
Fotografía: Michael Seresin
Reparto: Andy Serkis, Woody Harrelson,
Steve Zahn, Judy Greer.
Productora: 20th Century Fox & Chernin Entertainment.
En 1968 Franklin Scaffner dirigía “El paneta de los simios”, narración fantástica que contaba la aventura peligrosa de una nave espacial que aterrizaba en un planeta habitado por simios que al final resultaba ser la propia tierra.
La película tuvo un éxito extraordinario que propició la aparición de una saga de otras cuatro películasvo con escaso acierto.
En 2001 Tim Burton se atrevió de nuevo con un remake de la historia que no tuvo acogida entre el público. Pero en 2011 Patrick Doyle rodó “El origen del planeta de los simios” que tuvo un éxito extraordinario. Tres años después Matt Reeves dirigía “El amanecer del planeta de los simios” y ahora el mismo director cierra la trilogía con “La guerra…” que enlaza directamente con la trama de la primera película del 68.
Estos tres últimos films son de una calidad encomiable, si bien este último es sin duda el mejor.
César y su tribu de primates están en un conflicto bélico con los humanos provocado por la cerrazón de estos y dirigidos por un coronel de extrema crueldad.
Cuando la familia de Cesar es asesinada, el líder simio abandona a su tribu y sus ideales y, cegado por el odio, va a encontrarse con el coronel para ejecutar su venganza.

A partir de ese arranque la película tiene una narración excelente, el espectador se siente fascinado de entrada ante una historia clásica contada con garra y fuerza con unos efectos especiales extraordinarios. La técnica de la «motion capture» logra fotografiar de una forma magistral los sentimientos más íntimos de los simios y sus acciones más espectaculares. Todo destila un realismo impresionante.
El film se nos muestra como un clásico en el que hay una inteligente mezcla de géneros; encontramos momentos de western, de cine bélico (hay incluso alusiones directas a “Apocalypse Now”, o al cine bíblico (con un César que después de guiar al pueblo, no entra como Moisés, en la “tierra de promisión”), o al cine de aventuras… Todo en el film de Reeves rebosa clasicismo en el fondo y en la forma.
La belleza de los grandes paisajes y el dolor del pueblo simio oprimido son fotografiados de un modo extraordinario por Michael Seresin. Por otra parte, la música de Michael Giacchino subraya el drama, la aventura y la esperanza de la narración.

Todos los actores están estupendos: el veterano Andy Serkis encarna al líder simio César como ya lo hizo en las dos entregas anteriores, Steve Zahn, asume un personaje disparatado y gracioso y Woody Harrelson da vida a un coronel que recuerda permanente al interpretado hace muchos años por Marlos Brando.
Pero además de ser un estupendo filme de entretenimiento, la historia es una invitación a la reflexión sobre la condición del ser humano y su sed de poder insaciable que provoca una cadena de destrucción.
Mientras que los humanos son vistos en el film como paradigmas del mal, de la crueldad y del odio, los simios encarnan todo aquello que es plenamente humano: la amistad, el valor de la familia, la donación de la vida, la responsabilidad del liderazgo.
Entre los simios, es la unidad y el amor al pueblo lo que lleva al compromiso de la propia vida. Cada cual en el grupo aporta lo que tiene y lo que es; incluso un divertidísimo mono calvo y cobarde que se une al grupo; cuando se siente bien tratado y entre amigos, es capaz de ser generoso e imaginativo.

Por otra parte, los pocos simios que viven entre los humanos, son esclavizados y tratados indignamente para hacer daño; el simio colaboracionista de los hombre es llamado “burro”, menospreciando su dignidad de simio. La niña humana que es acogida por el grupo de simios es tratada desde el amor y la ternura. Cuando la niña pregunta si ella es simia (incapaz de reconocerse humana por lo que ha visto en ellos) su grupo de amigos primates le dirán que ella no es simia…es “Nova”, ése será su significativo nombre.
Hay otra importante reflexión que ya aparecía en la anterior película: la violencia genera violencia; las víctimas de la violencia pueden asumir el odio como forma de vida y así condenarse a la infelicidad. Tanto el malvado coronel como el líder simio César, han perdido a su familia. El coronel ha enloquecido por el odio (también a sí mismo) y lo canaliza en la violencia y la crueldad; César luchará contra el fantasma del odio que le atenaza y le dificukta ara ser fiel al pueblo; si se odia no se puede ser líder…sólo el perdón y la misericordia son capaces de liberar y dar sentido a la vida y a los pueblos.
Épica, crepuscular, hermosa, divertida, intensa…”La guerra del planeta de los simios” es una excelente propuesta de cine. Tan apasionante como intensa, tan entretenida como reflexiva. Una auténtica gozada de buen cine.
JOSAN MONTULL
Dirección: Hernán Zin
“Nacido en Siria” es la segunda película de Hernán Zin, periodista reportero de guerra. En su primera obra “Nacido en Gaza” abordaba la difícil empresa de retratar las vidas de un grupo de niños en la franja de Gaza.
Las cámaras siguen entonces durante un año y por once países a varios niños refugiados. La visión de la guerra, del horror y de la justicia que el espectador va a percibir desde ese momento estará explicada por la visión de los niños. Las mafias, el horror del mar, el miedo, el recuerdo de la familia, la hipotermia, el hambre y la sed, las huidas de la policía, las esperas interminables de autobuses y trenes van a ir desfilando en la pantalla sin dar tregua al espectador.
Las imágenes de los campos de refugiados y de las persecuciones policiales son intercaladas por primeros planos de niños cuyos ojos, heridos por el horror, se esfuerzan en atisbar esperanza. La música excelente y la fotografía ralentizada en ocasiones son los únicos subrayados que hace Zin en una realización impecable que no necesita de ningún aderezo para emocionar.
Las voces de los políticos resuenan en off en algunos momentos del film y sus palabras nos hacen sentir sonrojo.
Le ha tocado el turno ahora a Russell Crowe, protagonista de grandes películas, que debuta en la dirección con “El maestro del agua”, una narración épica y hermosa, realizada con una factura muy clásica.
Crowe afronta una historia que tiene una vocación épica importante. Tal vez un director más experimentado hubiera sacado más tajada de un film espectacular con momentos pensados para el lucimiento del actor-director. Pero lo cierto es que la película se ve con gusto a lo largo de sus dos horas de metraje y aborda temas que bien merecen ser destacados. El amor, la búsqueda de la paz, el sinsentido de la guerra, la amistad, el honor, la familia y –sobre todo- la posibilidad del perdón son temas que van apareciendo en el film casi de una forma didáctica y pedagógica. Hay miradas, abrazos, frases y guiños que subrayan valores humanos con los que Crowe va salpicando todo el metraje.
Pero el amor y la amistad –ý está es la gran lección de la película- hacen posible la búsqueda compartida. Desde allí es más fácil encontrar y encontrarse. El encuentro de dos hombres, Connor y Hassan, en apariencia condenados a odiarse, les va trasformando a ambos y juntos experimentan la fuerza redentora del perdón. En el fondo, ambos personajes buscan y, cuando se unen, pueden reconstruir sus emociones descubriendo lo mejor de sí mismos, como quien encuentra agua fresca en el desierto.
Con “El francotirador” Eastwood vuelve al cine bélico centrando su narración en la reciente guerra de Irak. Durante más de dos horas nos narra la historia de Chris Kyle, el francotirador más letal en Irak. Su única misión es proteger a sus compañeros de ejército de los combatientes enemigos. Con una precisión excelente en sus disparos consigue salvar la vida de muchos compañeros y amigos en el campo de batalla. Por otra parte, mientras él combate en Irak custodiando la vida de los soldados, su esposa y sus hijos ansían que vuelva a casa y sienten una absoluta falta de protección.
Eastwood muestra el sinsentido de la guerra al descubrimos que los afanes de Chris para rehacer su vida ayudando a víctima americanas de la guerra de Irak se ven truncados cuando un antiguo soldado, al que está ayudando, le mata fríamente. Así son las cosas, nos dirá el veterano director, nadie sale indemne de la guerra, todos son víctimas. El que dispara a un hombre siempre es otro hombre. No hay buenos y malos, no hay ganadores.