EL CARRITO DEL LIGUE

Los noticieros televisivos son cada vez más escalofriantes. Te sientas tranquilamente a ver las noticias para intentar estar al día, y lo que ves te produce escalofríos: la guerra de Ucrania, con un aporte de material bélico permanente; la guerra en Gaza y Líbano, con matanzas sobrecogedoras que se ensañan con los niños y lo más frágiles; la llegada a nuestras costas de pateras cargadas de hombres, mujeres y criaturas que huyen del hambre, la injusticia y la violencia; la vergonzante deriva de la política española, con representantes del pueblo que se insultan con mala educación mientras cobran sueldos importantes; los sucesos de Venezuela, con una violencia cada vez más manifiesta… Lo cierto es que el televisor inquieta cuando muestra un mundo canalla que produce víctimas inocentes y perpetua el horror.

Pero, como quien no quiere la cosa, y gozando de muchos minutos de tele, ha habido una noticia que me ha descolocado y me ha hecho tomar conciencia de que hay quien nos considera imbéciles de solemnidad.

Me refiero al tema de los ligues en los supermercados. La televisión va detallando, con una sonrisa picarona de quien presenta, qué es lo que hay que hacer para tener éxito en alguna aventura sentimental. Es, al parecer, la nueva moda. El súper se convierte en el terreno para la seducción que cuenta con todo un reglamento–detallado en el noticiero y que lógicamente hay que conocer- que expresa las peticiones del que arrastra el carrito y busca algún rollete.

Hay que llegar a una hora concreta, no valen todos los momentos del día. Luego hay que conocer y dominar bien el código de lo que se pone en el carro. De entrada, hay que poner una piña al revés (para diferenciarse –con esta postura anómala- de los que comprar la piña para su despensa).

Luego hay otros productos que van dando concreciones sobre las apetencias del seductor o seductora. Si, por ejemplo, se añade un paquete de lentejas, es que se quiere que el romance tenga larga duración (las legumbres que duran más tiempo y cocinas platos hogareños). Una relación rápida, esporádica y fugaz se expresa con productos de pronta caducidad: una lechuga, una pizza precocinada. Si lo que se quiere es una relación definitiva, hay que poner un melón.

Una vez que el carrito tiene lo pertinente para expresar las preferencias románticas de quien lo lleva, hay que recorrer los pasillos del supermercado buscando a otra persona que hay puesto lo mismo en su carrito. Si se la encuentra y el paseante del carrito es del agrado del seductor, hay que chocarle con el carro mientras se esgrime una sonrisita picarona buscando que surja el amor.

Pues sí, semejante gilipollez ha salido en los telediarios, tamaña imbecilidad ha sido noticia… una noticia que ha ocupado tantos minutos, o más, que las de las tragedias que nos estremecen.

Y es allí cuando uno, como les decía, empieza a convencerse de que, en este país, burguesito, de charanga y pandereta- hay quien nos quiere tontos, pero muy tontos, manipulables y tontos. Que esta memez sea noticia es una prueba de la mediocridad intelectual, y hasta moral, de quienes mueven los hilos de las informaciones.

Hay quien nos quiere incultos, acríticos y manipulables. Hay quien quiere hacer de nosotros unos perfectos melones… tan melones que, si nos descuidamos, acabaremos en el interior de un carrito del Súper a la hora del amor.

JOSAN MONTULL

LA CEREMONIA DE LA CONFUSIÓN ECLESIAL

Se dice que la ceremonia de la confusión es un proceso orquestado, calculado e intencionado, de sembrar ideas falsas, antagonismos artificiales y divisiones espurias y estériles para crear así una situación de caos y sacar provecho del mismo. 

Para idear una ceremonia de la confusión no es preciso decir mentiras, basta con seleccionar maliciosamente algunas verdades y ocultar otras.

Algo de esto puede estarnos ocurriendo con las recientes noticias de Iglesia. Tres están siendo las que más acaparan los medios de comunicación.

  1. Primera: Un grupo de curas jóvenes tradicionalistas utilizan las redes sociales a través de una tertulia titulada “La sacristía de la Vendeé” para desacreditar la renovación de la Iglesia que abandera el papa Francisco, llegan incluso a rezar por la muerte del papa entre chanzas y bromas.
  2. Segunda: Colectivos de cristianos muy conservadores se reúnen ante la sede del PSOE para rezar el rosario “por España y en defensa de la fe católica en todo el mundo”, con la certeza de que el Gobierno de España es injusto con la fe y la vida y haciendo del rezo del rosario una manifestación política.
  3. Tercera: Un grupo de 15 monjas clarisas de los conventos de Belorado (Burgos) y Orduña (Bizkaia) han decidido abandonar la Iglesia Católica y pasarse a la tutela de la orden Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, liderada por el “obispo” excomulgado Pablo de Rojas.

Lo cierto es que las imágenes de estas informaciones están entre el terror y la chanza. Los curas de “La sacristía…” tienen un aire fantasmagórico que en nada llama a la misericordia; los grupos piadosos que rezan el rosario en la calle dan un espectáculo surrealista y anacrónico; el supuesto obispo y el supuesto cura de Belorado parecen sacados de una película de terror o de un esperpento de Fellini o Berlanga… ¡santo Dios… qué imagen!

Es cierto, todo eso ocurre en la Iglesia, nos sonroja, pero es real. Claro que hay muchas historias, también reales, que vive la comunidad cristiana y de las que se habla bastante menos. A mí me gustaría que salieran a la luz otras noticias de la Iglesia: los miles de voluntarios cristianos que siembran amor y alegría por doquier, la tarea social de Caritas, Manos Unidas y otras muchas ONGs. Me gustaría que se hablara de la labor de la Iglesia en Gaza, en Ukrania, en Siria y en otros países destrozados por la guerra. Deseo que fueran noticia los Campamentos, Colonias, Acampadas, Travesías y un sinfín de Actividades lúdicas que se van a hacer este verano en tantos Ambientes de Iglesia. Quisiera que fuera noticia la presencia cristiana en los campos de refugiados, las misiones en países paupérrimos, o en los ambientes degradados de nuestro primer Mundo. Me gustaría que se hablara de los centros de acogida de menas que tiene la Iglesia en nuestro país, de la labor de los cristianos con los inmigrantes ilegales, los toxicómanos, las prostitutas o los chavales en exclusión, por ejemplo. También me hubiera gustado que fuera noticia la vida entregada de cada uno de los 20 misioneros asesinados a lo largo de 2023.

Entiendo que los casos de los visionarios curas de Toledo, de los que acuden a rezarle a la Virgen delante de la sede de un partido político, o el del esperpéntico número de las monjas de Belorado y Orduña se conviertan en noticia, pero no nos engañemos, la Iglesia es tan grande y materna que entrega la vida en miles de casos hermosos e impactantes que no salen en los medios.

Las otras informaciones no deben sumirnos en una ceremonia de la confusión. Aunque lo cierto es que, más que de confusión, son noticias más propias de un Carnaval.

JOSAN MONTULL

EL HÉROE DE LA MOCHILA

Ocurrió a principios de Junio en la tranquila ciudad de Annecy, pequeña patria de San Francisco de Sales. En un parque infantil, un hombre de 31 años esgrimió un cuchillo y comenzó a apuñalar a niños pequeños que jugaban tranquilamente provocando los gritos de horror de sus madres y cuidadoras. La escena era dantesca. Sorprendentemente, un joven de 24 años que pasaba por allí increpó al agresor y le hizo frente. El joven tenía una mochila pesada en la espalda y sostenía otra en la mano cuando el atacante lo acuchilló también a él. Pero a pesar del cuchillo y la agresividad escalofriante del atacante, el joven herido continuó persiguiéndolo hasta dentro de un patio de juegos infantiles y luego salió del parque nuevamente, cargando sus mochilas todo el tiempo. Arrojó una de las mochilas al agresor en un momento y luego volver a levantarla para dar otro golpe.

Todos coinciden en decir que la actitud arriesgada y valiente del joven fue decisiva para evitar males mucho mayores. El mismo presidente Macron fue a saludarle y agradecer su heroico gesto. Empezaron a hablar entonces del “héroe de la mochila”, del joven que se había jugado su propia vida para proteger la de unos niños. Pronto se supo quién era el “héroe de la mochila”.

Del héroe del monopatín al de la mochila: el joven que frenó el ataque en Annecy

Su nombre es Henry, tiene 24 años y es un scout cristiano francés. En su tiempo libre peregrina para visitar las 280 catedrales católicas de Francia. Preguntado por lo que sintió en ese momento, Henry dijo que había sentido “una fuerte fuerza dentro de él que lo empujaba a actuar. “Me dejé guiar por la providencia y la Virgen María. Dije mi adiós. Ellos decidirían qué pasaría”.

Ciertamente emociona comprobar que la fe cristiana impulsa a muchos jóvenes a vivir actitudes de entrega heroica por los más desfavorecidos. Aunque hay quien cree que la fe se reduce a actitudes conservadoras y superadas, lo cierto es que en muchas vidas la fe se convierte en el motor de la generosidad, la entrega y la donación.

Basta con echar ahora una mirada alrededor. Nos encontramos a cientos, miles de jóvenes con mochila que se convierten en monitores y monitoras en Colonias, Campamentos, Travesías, Centros y Plataformas diversas para ayudar desde la educación a que niños y adolescentes se diviertan y den sentido a sus vidas.

Son estos otros héroes. Desde la misma fe y las mismas convicciones de Henry, cargan sus mochilas para animar actividades de verano protegiendo a los niños y niñas de los filos del aburrimiento, el consumo, las pantallas y el tedio.

Son, en definitiva, otros héroes de la mochila.

JOSAN MONTULL

ACOSADORES Y VÍCTIMAS

¿Qué ocurre en la mente de un menor que maltrata a otros? ¿Qué extraño sentimiento puede percibir al acosar, normalmente, junto a otros, a un niño o niña más frágil? ¿Qué puede experimentar a ver la impotencia del acosado, su miedo y su destrucción?, ¿Cómo es posible que el acosador no tengo un sentimiento de empatía que le lleve a ponerse en la piel de la víctima?

Vivimos en una sociedad que mira asustada cómo el fenómeno del bulling se extiende vertiginosamente. Parece que uno de cada cuatro menores ha experimentado un cierto acoso en su ambiente con otros menores. Las redes sociales han amplificado este fenómeno para sacarlo de las aulas o las calles y llegar, desde el más cobarde anonimato, a la intimidad de la vida de esas víctimas.

Nos llegan de vez en cuando noticias de autodestrucción de jóvenes víctimas que se resisten a vivir en un entorno donde todo se ha convertido en miedo y desprecio.

¿Qué nos está pasando?

Dios me libre de buscar una solución fácil, el tema es muy complejo. Pero hay varias cuestiones que me parecen importantes.

· Hay que poner la mirada, no tanto en la víctima, cuanto en el agresor. Hay que trabajar el tema con él o con ella, desplegar toda la fuerza de la educación y de la exigencia contra aquella persona que corre el riesgo de convertirse en una maltratadora en un futuro.

· Hay que simplificar mucho los farragosos trámites protocolarios que los Centros Educativos tienen que hace ante el acoso. La burocratización de un sistema educativo cada vez más impersonal está llevando a que la gran atención de los Centros ante estos temas se derive a redactar informes con un sinfín de protocolos que exigen un desgate y agotamiento tremendo en los claustros.

· Hay que contar con jóvenes referentes (monitores, voluntarios, entrenadores…) que afeen y menosprecien las conductas del agresor. El acoso no es un tema exclusivamente escolar, va mucho más allá de las aulas. Las redes sociales y la gran cantidad de relaciones extraescolares que viven los chavales hace que con frecuencia el acoso no se circunscriba al entorno escolar, sino que vaya más lejos y persiga a los acosados a su propio hogar. No sólo el profesorado adulto debe ocuparse del tema… los jóvenes tienen una gran palabra, menos mediatizada por protocolos y documentos, más avalada por la autoridad moral que muchos jóvenes tienen.

· Hay que desterrar de la vida pública (la política, las relaciones sociales…los insultos, las vejaciones, las descalificaciones y burlas con las que los adultos esgrimimos la indecencia y hacemos de nuestros acosos un espectáculo sonrojante.

Hay que seguir apostando por los chavales; urgen medidas correctivas serias con los que juegan a acosar, urge el control de las redes sociales de los que tienen la sospecha de hundir la dignidad de otros. Urge que las familias con hijos acosadores vean todo el peso de la legislación en ellos.

No podemos seguir así, ya no podemos mirar hacia otro lado.

El acoso entre los menores es una realidad instalada en la cultura de muchos chavales que juegan a destrozar a los demás porque está de moda, sin reflexionar sobre lo que hacen a otros y se hacen a sí mismo.

En el fondo, el acoso a los menores es el espejo en el que los adultos podemos sentirnos reflejados; adultos que hemos construido una sociedad que se empeña en desterrar el amor.

JOSAN MONTULL